Siempre tiene razones para estar arrugando la frente y sentarse en la punta del sillón, como ofendida.
Es que es un hada que siempre se está riendo de la gente y cuando las personas se le enojan no se le ocurre otra cosa que sentarse con las piernas muy juntas y las manos entrelazadas, con cara de de tener un trámite sin terminar.
Tiene la costumbre de burlase de los altos achicándoles las patas de las sillas y de los petisos bajando las ramas de los árboles para que anden medio inclinados por la vereda.
Hace siempre la misma broma a los gordos moviéndoles la aguja de las balanzas tres kilos para arriba o dos para abajo cosa de reírse de sus caras.
A los feos les dice piropos sólo para incomodarlos y a los lindos también para que se pongan bobos.
Contrita es un hada burlona y todos lo saben.
Ella no entiende las razones de los tímidos y les enciende reflectores cuando entran al cine y hace que todos se callen cuando cantan.
Ella arruina las comidas de las novias nuevas en la casa de la suegra y hace que se llenen de granos los adolescentes enamorados.
Y luego se muestra como su nombre lo dice, terriblemente contrita.
Cuando fue al casamiento de los tíos Andrea y José puso laxante en el vino de los novios y emborrachó al abuelo.
Y a la tía Albina le robó el novio sólo por hacerle una broma y cuando se lo fue a devolver se lo había olvidado por ahí y no pudo dárselo nunca más. Parece que lo perdió en Munro.
Contrita es el hada de las bromas de mal gusto.
Ella moja la tabla del inodoro cuando salen los chicos del baño y pone puloil en las talqueras.
Ella pone pegamento en los picaportes y escarbadientes en los almohadones del living.
Ella cambia los horarios en la agenda y enrolla las medias de a pares equivocados.
Ella es Contrita. El hada de las bromas de mal gusto.
Todas las Navidades insiste en quemar las luces de colores y ha sido tan insistente, tan cargosa, que en todo el mundo, y sobre todo en China, se han dedicado a fabricar para las Navidades lucecitas intermitentes.
Contrita está casada. Su marido es un duende armado de paciencia. Tiene un bigotito blanco y una pelada brillante que abriga con una boina.
De vez en cuando la reta y le dice que tiene que ser más prudente, más amable.
Pero la mayor parte de las veces la deja hacer. Es que la conoció tal cual es, bromista y un poco pendenciera.
Llevan mil años de casados y diez días. Celebraron el último aniversario con una fiesta enorme a la que invitaron a toda la familia.
Contrita preparó la torta. Enorme. Blanca. Preciosa. Toda, todita, recubierta de espuma de afeitar.
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