domingo, 11 de septiembre de 2016

Sopa de letras

Hablemos de la sopa de letras.
- Pero sopas de letras eran las de antes cuando, Saladillo era tan frío y tan húmedo que las sopas humeaban salvajes.
- Sopas de letras eran las de antes, las que te servía tu mamá, sopas de primer y segundo y tercer grado.
- Sopas aventureras.
- Sopas que al tomarlas te invitaban a formar la palabra mamá  con cada cucharada y apenas podías escribir "ma" porque las letras se te escapaban como peces e iban a mezclarse con el cardúmen de letras que invadía el plato. 
- Sopas de letras eran las de antes, servidas en la vajilla de loza de la abuela.
- Sopas de letras eran las de antes, sopas que eran como un milagro porque ahí estaban, prolijas, impecables, todas, todas las letras.
.
Por eso, por los viejos tiempos, por los tiempos en que el mundo era todo porvenir, por los tiempos en que teníamos los pies chiquitos pero el alma tan grande que éramos más alma que cuerpo.
Por los tiempos en el que el mundo era tan incuestionablemente hermoso que necesitábamos saber todas las palabras para ponerle nombre a todas sus maravillas.
Por el tiempo en que mamá y papá eran tan altos que ver el mundo desde sus brazos era verlo casi entero.
Por los bellos viejos tiempo.
Por la época en la que solamente había palabras bonitas en nuestro universo.
Por los bellos viejos tiempos los invito a tomar una sopa de letras.
Y me pregunto cuántas palabras bonitas nos tragaremos.  Cuántos piropos. Cuántas canciones.  Cuantas frases. Quizá hasta una gran novela.  
Los invito a tomar esta sopa de letras llenas de las palabras que nos han hecho personas.  Sol. Casa. Escuela.  Mamá te ama.  Te ama mamá.  Papá te ama. Te ama papá.
Y cuando tomemos la sopa de letras volvamos a ser esos chicos con el alma tan grande que éramos ante todo almas puestas a dorar bajo el sol.




lunes, 25 de julio de 2016

Cuando Juan María Sancho Mirassou y Mateo José Sancho Mirassou nacieron también nacieron estas páginas.
Es que quise que ellos supieran de dónde vienen, que entiendan los colores de la lengua con la que le hablamos, que guarden en algún sitio las anécdotas y los paisajes de nuestras pequeñas vidas. 
Y como todos nosotros volvimos a nacer con ellos porque dejamos de llamarnos como nos llamábamos y nos re titulamos desde el punto de referencia que son Juan y Mateo.
Y para que todos entiendan de qué se trata es necesario explicar que cuando digo "el tío José" no estoy hablando de mi tío, sino de José, el tío de Mateo y Juan.  La abuela Ethel es mi mamá, pero es la abuela de Mateo y Juan.  
Aparecen también otros abuelos, titulados antes y a partir de otros puntos de referencia.  Así el abuelo Pedro, la abuela Lita, la abuela Lopez y la abuela Elena son abuelos porque la llegada de los primeros nietos congeló su estatus y su título para siempre y no pudieron ser promovidos a bisabuelos o tatarabuelos simplemente porque la generación anterior fue el centro del universo que se crea con el nacimiento de cada generación. 
Entiéndase entonces que los personajes de estas historias son personajes que en realidad son personas.  Personas amadas. 

Así, y para que todos entiendan lo que entendemos lo que fuimos co protagonistas, les cuento quién es cada uno.


Los Mateitos son Juan María y Mateo José, hijos de Mateo Sancho y por eso "Los Mateitos", también son "Los Sanchitos" y "Los dueños".
Verónica Mirassou y Mateo José Sancho y Maldonado son los papás de Juan María y Mateo José (los dueños).
La abuela Ethel y el abuelo Juan son los abuelos de Juan María y Mateo José.   Son  Ethel María Mariotto  y Juan Beltrán Mirassou y son los padres de Andrea, Claudia, Ana y Verónica Mirassou, esta última mamá de los nenes. 
La abuela López y el abuelo López son los tatarabuelos de Juan y Mateo.  Abuelos de Ethel y bisabuelos de Verónica.
La abuela Lita y el abuelo Pedro son Lita López de Mariotto (Angeles) y Pedro Luis Valentín Mariotto y son los bisabuelos de  Juan y Mateo.   Son los papás de la abuela Ethel y abuelos de Verónica. 
La abuela Elena y el abuelo Adolfo (o Próspero) son Elena Sabina Curutchet y Adolfo Mirassou, bisabuelos de Juan y Mateo. Son los papás de Juan.  
El tío José es José Miguel Bidegain, esposo re querido de la tía Andrea y por eso y por amor tío de Juan María y Mateo José.
La tía Andrea es Andrea Mirassou, autora del  blog.
Carlos Bidegain es el papá del tío José Bidegain.

















miércoles, 13 de julio de 2016

Por si me voy

Se ve que soy terriblemente cagona.
Tengo miedo de morirme antes de despertar.
Por eso escribo.
Para romper las pelotas hasta después de muerta, como sin duda alguien opinará.
Estuve elucubrando si pedirles que desparramen mis cenizas en la cima del Aconcagua, pero llegué a la conclusión que era mucho menos rompepelotas que otra serie de cosas que deseo.  Les libero de tamaña boludez y hagan exactamente lo que se les antoje al respecto cuando llegue el momento de deshacerse de lo que no es uno, ya que lo que uno es se llama alma, a falta de mejor nombre o definición.
Si.  Me parece más adecuado pensar en cosas tales como decirle a Claudia que se compre un lindo lugar donde vivir.   Decirle a Vero que le haga unos carteles a Mateo para pedirle que no se duerma tan tarde ni juegue tanto a esos jueguitos porque debe demostrarle a Vero que le interesa más la vida real que la vida ficticia en la nube.   Que Vero se recuerde a si misma que no debe ser sirvienta de nadie porque todas las mujeres nacemos para ser tratadas como reinas tanto por los esposos como por los hijos y los allegados.
Que José se cuide mucho y se acuerde de no comprar jamás vino en damajuana.
Que Mateo y José se acuerden de lavar siempre bien la ropa y no tener jamás olor a viejo abandonado.
Que Claudia se ocupe menos de los demás o por lo menos con más armonía, ya que tiene que ocuparse más de mamá y Ana.
Que Vero y Mateo hablen mucho porque Mateo José Sancho Mirassou tiene autismo y Juan María tiene un hermano que tiene autismo entonces tienen que acompañarse más.  Verónica necesita que Mateo aprenda a ser un papá más presente y tradicional y que en todo caso sean más pobres pero vivan más tranquilos.  No quiero dejar de decirlo.
Yo hice todo cuando pude en mi tiempo, y se que no hice mucho.  Pero es lo que se pudo.
Quiero que si me pasa algo mamá esté tranquila porque donde sea que esté papá va a estar conmigo, hinchándome todo el tiempo con singular alegría y amor.   También hay unos cuantos que quiero allá donde solamente hay almas. Los abuelos y bisasabuelos y todos esos amigos tan queridos.   No se si iremos a parar a algún lado pero lo que se es que, si así fuera,  veré a unos cuantos que quise mucho y me resultaban muy divertidos y ya saben que soy una persona gregaria y no pienso estar sola.
Mi principal recomendación es para mamá.  No te hagas tanto problema por Ana mami. No vivas tratando de enseñarle cosas.  Ella sabe todo lo que es necesario saber.  Es buena.  Jamás lastima.
A Ana Inés le pido que sea buena y generosa con José como lo fue conmigo cuando me fui a Bahía. Porque José necesita a sus hermanos, aunque a Vico no pueda tenerlo.  Tenés que querer y cuidar a José porque él te quiere.
A la gente de Saladillo me gustaría decirle que cuide las plantas y que no haya papeles tirados para que Ana pueda salir a pasear sin preocupaciones.  Pero sospecho que es al divino botón.  Así que si existiera la posibilidad de ser fantasma me ocuparía de hacer cagar en las patas a todos los que tiran árboles y ensucian el pueblo.   Se lo merecen por brutos.  Y la brutalidad y la ignorancia deben combatirse  porque  toman la delantera en cualquier momento de crisis.
El sentido común y el buen corazón tardan en reaccionar y si bien terminan predominando la suya es la carrera de la tortuga y la libre.  Tardan en prevalecer las cosas buenas y mientras tanto la bestialidad hace estragos. Por eso hay que cuidar la educación de la gente.  Poco podemos hacer pero hay que desear que la gente sea más educada.
A todos los que quiero les digo que se cuiden los unos a los otros.
Hay amigos que se han ocupado de estar conmigo.  Son unos cuantos.  Uds. saben quienes son.   Diganlés que, al igual que uds. hay que hacer mucha fuerza para ser felices y darse besos y abrazos todas las veces posibles con la gente que lo quiere a uno.  Si es posible cada noche antes de dormir.
A mis ahijados, Pablo y Antonella,  me gustaría decirles que sigan siendo lo que son, chicos buenos. Pero que hagan un esfuerzo mayor por ser felices.  Que dejen de lado lo que ellos piensan de si mismos y de como deben ser las cosas y sean más audaces para la felicidad.   Bahhhh...eso va para todo.
A Alejandro que deje de pelear con la gente.  Porque a veces  hace daño sin querer (a mi me lo ha hecho)  y el puede ser mucho más feliz si no se pelea tanto y tan violentamente.
A mis seis sobrinos quiero dedicarles un párrafo bien pensado, muy muy pensado, porque quiero hablarles casi como si fuera su mamá.  Presten atención a los que voy a decirle:  Digan siempre la verdad y no vivan buscando el éxito.  El único éxito es ser feliz sin lastimar a nadie.  Las cosas que quieren sus padres no deben desviarlos de la meta de buscar una vida buena, una vida en la que sean amados y respetados por lo que son, no por lo que representen o lo que tienen. Eso es todo.  Si buscan felicidad en el amor y respeto genuinos no pueden fallar y van a ser personas de las de verdad.  El único mandato que vale la pena respetar es ser buenos y felices.  Las dos cosas juntas.  Creanmé.  Cuando uno se hace viejo lo va teniendo muy claro.
Se me ocurren tantas cosas que quisiera decir a tanta gente que esto puede tornarse aburrido.
La gente se ha acostumbrado a buscar plata como meta de la felicidad.  Pobre de ellos.  No la tienen clara.  Lo bueno es encontrar un sensato equilibrio.
Besos a todos.  Hagan cosas lindas y vayan a bañarse en el mar caribe de vez en cuando.
Andrea

lunes, 27 de junio de 2016

Monstruos y monstruitos

Cara cara cara caravana.
Caravana de monstruos.
Primero los caballos de patas larguísimas, los caballos zancudos de pelaje azulado.
Después los caracoles gigantes, más grandes que casas, con antenas suaves que suben y bajan midiendo la velocidad del viento.
Más atrás las plantas caminantes, esas plantas con largas piernas peludas que aprendieron a caminar para evitar a las personas.
Y después los zapallos con ruedas, esos zapallos chatos, tan cómodos para viajar sentados recorriendo el campo.
Mucho más lejos vienen los Ojudos, esos monstruos amables, mezcla de perro y gato y persona. Vienen caminando despacio como ellos caminan, como gatos, pero vienen alegres, como perros, pero sonriendo con sus grandes bocas de personas.   Me gustan mucho los ojudos porque son muy amables y huelen a pasto recién cortado.

Cara cara cara caravana.
Caravana de monstruos y monstruitos.
Y con la caravana marchamos nosotros, los humanos, con vestidos y capas, con botas y zapatos.
Y con la caravana marchan los monstruitos, los monstruitos que hay que mirar con microscopios y lentes.  Monstruitos pequeñitos como pulgas y otros más chiquitos.

Nacido para contar

Todo esto nació para contarles a Juan y a Mateo cómo era la vida en el submundo donde vivimos nosotros, los parientes del sur.
Del sur éramos todos y ser de acá no es broma.
Ser de acá significa ser de un país que se llama Argentina y significa vivir en el culo del mundo, pero queriendo construir una Europa que no conocimos ni entendemos.
Sin embargo algo hemos logrado en materia de parecernos.  Aunque es sutil.
Por ejemplo creemos a pie juntillas (que quiere decir religiosamente (que quiere decir sin discusión alguna (qué quiere decir con fe))) que podemos hacernos cargo de todas las desgracias sociales entre todos y sin que nadie pague el precio.
Eso podría pasar si fuéramos prolijos y solidarios.  Pero no somos prolijos.  A lo sumo solidarios. Y también es dudoso.
Por eso cuando queremos dárnoslas de europeos cubriendo solidariamente las desgracias individuales generamos de modo inevitable alguna desgracia en otro lugar.
Nuestro sistema de solidaridad social viene entonces a ser como una frazada corta.  Cuando nos tapamos los hombros destapamos los pies y viceversa.  Así es que en en términos de bienestar vivimos cagados de frío, como durmiendo en casa ajena.
Por este tipo de cosas es que siempre estamos mal.  Vivimos y morimos en un estado de pánico, una especie de estrés postraumático anticipatorio que viene a ser algo tan confuso como ser el  ex futuro cuñado del tío José (el tío de Juan y Mateo y marido de la tía Andrea que es la que escribe).
Y no se olviden de esta frase.   Ex futuro ex cuñado.   Es una de las frases favoritas del tío José y mías porque describe perfectamente el estado de confusión en el que se puede vivir.  Ex futuro cuñado.  Que no es lo mismo que futuro ex cuñado.  Sutil ¿NO?.
Así vivimos los argentinos.  Vivimos en un estado de ex futuro binestar. - Andá a cagar, Andrea - Me digo.  Y ahí nomás me doy cuenta que nunca me llamo a mi misma Andrea.  - Qué cagada.  Se ve que en general sólo me digo pelotuda, que es como me siento.
Así me siento yo como argentina.  Muy pelotuda.  Es que todo me cuesta un huevo.  Decidir qué hacer hoy.  Decidir qué no hacer.  Decidir.
Y creo que eso mismo le pasa a todos los argentinos, pero quizá no es así.
Por eso tiendo a atribuir mis males a la sociedad, a la forma de gobierno, a todas esas cosas.  Y capaz que es un bolazo.  Pero es que andamos como bola sin manija los argentinos.  O al menos yo.  Que soy una pelotuda, claro.
Y este espacio nació para contar.
Para contar las cosas que pasan acá en el sur.  Y claro que primero tengo que contarles como soy yo.  Porque quizá este mundo no es así, sino que estas cosas solamente representan el modo en el que yo lo veo.
Pero igual lo escribo.  Lo escribo en el agua, lo escribo en la nube.  Si lo imprimo por ahí llega a ser papel.  Pero por ahora lo dejo acá, en el cyber eter.
Mateo y Juan.  Juan y Mateo.  A ellos quise contarles que nosotros una vez existimos.  Y si hablo de mi país es porque sus desgracias nos atravesaron como espadas.   Y quiero contarles a Mateo y a Juan y a Juan y mateo que una vez existimos.  Quiero contarles para cuando sean grandes.  Antes de que nos devore el tiempo.


lunes, 20 de junio de 2016

- Uy Dios, quiero llegar a casa.
- No soporto oir a los niños llorar.
- Lloran, lloran, lloran.
- No se callan.
Trato de taparme las orejas enrollando la bufanda bien fuerte.  Me tapo con las manos.  Pero ellos lloran. Lloran.
Cientos de bebés llorando.
Es insportable.
Quiero llegar a casa y encerrarme.
La calle está oscuro y las ventanas de todas las casas iluminadas.
Los bebés lloran.
Llego aturdida y mareada.  Abro la puerta.  Me meto en casa corriendo y cierro a cal y canto.
Me meto en el baño, el lugar más recóndito de mi pequeña casa.  Me siento en el suelo y envuelvo mi cabeza con una toalla.  Sigo escuchando a los bebés llorar.
No lo soporto.
Me paro y prendo la radio.  Música.  Cumbia. No me importa.  La pongo al máximo.  Interrumpen la transmisión y se genera un ruido blanco.  Y el llanto de los bebés entra como por la ventana.
Es un momento horrible.  Los bebés lloran y yo se que soy yo llorando desconsoladamente porque me toca nacer y luego vivir y al fin despedirme.



lunes, 6 de junio de 2016

Juan y la pistola lanza caca

Juan inventó la pistola lanza caca para correr a la tía que lo molestaba.
Juan creía que la tía lo molestaba cuando le decía cosas como qué lindo era o qué hermoso era su vigilador intergaláctico del templo Àguila.
Es que Juan tenía 5 años pero se creía todo un adolescente y lo que decía la tía siempre le molestaba.
Y por eso inventó la pistola lanza caca para poder correrla por la casa.
Pero Juan se había olvidado que la tía vivía a 10.000 km. de distancia.
La tía vivía en Argentina que está tan lejos de León que para que la pistola lanza caca funcione debiera montarse en un cohete y además estar pegada a un misil tierra-tierra con un buen GPS.
Por eso la tía se rió de la pistola lanza caca de Juan, porque aunque la buscara no la iba a encontrar.
Y Juan se enojó todavía más con la tía Andrea.
Pero para mi que no se enojó por no poder usar su pistola.  Después de todo la pistola lanzaba caca de mentira.
Para mí que Juan, igual que la tía, querían poder correr por la casa escondiéndose y buscando, buscando y escondiéndose.
Porque así sucede cuando queremos estar cerca y no podemos.  No hay internet que valga, ni pantallita, ni teléfono.  Uno quiere hacerse cosquillas y pelearse y meterse en la pileta y jugar.
Por eso Juan se enoja.  Porque querría pelear a la tía personalmente.  Y por eso la tía lo pelea.  Porque quisiera jugar con Juan personalmente y escuchar en vivo y en directo cómo funcionan las cámaras robots para vigilar el templo Àguila, ese lugar remoto hecho de legos verdes, que no se entiende bien que función cumple pero que es muy vigilado por los vigilantes galácticos que inventa Juan.
Un día Juan va a inventar el transportador molecular y vamos a poder ir y venir de León a Saladillo y de Saladillo a León.
La tía va a llevar biscochitos de grasa de La Carbonera y va a traer tacos y aguacate de León.
Y Juan va a aparecerse de vez en cuando, a veces con Mati, a veces solo, a visitar a los tíos que siempre están esperándolos.

El día que el pueblo se plantó

El día que el pueblo se plantó (sobre la importancia de plantarse y sobre la impotencia aprendida)

Se plantó el pueblo, dijeron los pájaros audaces, los que miran de arriba el devenir de las personas. 
Se plantó el pueblo, dijeron los jubilados que salían a barrer las veredas luchando inútilmente contra el otoño.
Se plantó el pueblo, dijeron los cuarentosos, los pocos que se dieron cuenta, porque los cuarentosos suelen no darse cuenta de las cosas de tan ocupados que están buscándole el agüjero al mate.
Se plantó el pueblo, dijeron los que se acordaban de lo que era plantarse, que no eran muchos, porque hacía tanto que el pueblo no se plantaba que se había perdido el concepto de lo que era plantarse verdaderamente.
- Por fin. - Por fin. Eso pensamos algunos. Éramos los menísimos. Los que habíamos soñado con las grandes cosas. Los que habíamos visto plantarse a otros pueblos de otros lugares de la tierra, lugares de más acá o de más allá, lugares con aspiraciones que no estaban tan vapuleadas ni perdidas en la desesperanza.
Es que es muy complicado que los pueblos se planten cuando transitan la lenta inercia del “no se puede”. El “no se puede” disfrazado de frase es en realidad un sustantivo. Es un sustantivo sin sinónimo. No es sinónimo de imposible. No es sinónimo de inalcanzable. No es sinónimo de quimérico. No es sinónimo de inaccesible. Es otra cosa. "No se puede" es algo parecido a la impotencia aprendida. Es en realidad la quintaesencia de la impotencia aprendida. Y como "no se puede", nunca se puede, es que muchos no entendían lo que estaba pasando.
Se estaban abriendo cazuelas para albergar a la vida. Para albergar a las plantas. Era el 2016 y después de muchísimos años el pueblo empezaba a plantarse. A llenarse de árboles de invierno repletos de sabia dormida y dispuesta a ser hoja en el verano del 2017.
Y qué alegría. Ver máquinas funcionando, hombres trabajando en las calles, parecía cosa de otra época.
Se estaban abriendo cazuelas para albergar a la vida. Para albergar las plantas. Era el 2016 y después de muchísimos años el pueblo empezaba a plantarse. A llenarse de árboles de invierno repletos de sabia dormida y dispuesta a ser hoja en el verano del 2017.
Parece mentira pero se había redescubierto la importancia de plantarse.

sábado, 2 de abril de 2016

R-153

de qué querés que te escriba un cuento???
te lo escribo...
pedile a tu mama
seuro tiene un par de más
jajaja
me gustaría escribirte una historia que quisieras oir
dale!!!!
pero decime de qué tiene que ser la historia
De un sapito???
de un formulario
De un sapito que trajo la esperanza???
de un formulario???
el que había que llenar para ingresar al paraiso???
primero pense en un R153 y uego en puede ser que se escape y haga lios
pueede ser uno que se escape
ahh puede ser que se escape y haga líos porque es el formulario para cancelar las deudas de la vida
no el r153 sino uno que inventes vos
compensa errores contra logros y tenemos mucho miedo de ver si nos dá saldo a favor
ahí dejé la musiquita pero la verdad no alcanzo más que a escuchar la música
bueno bueno pero contame la historia y manda a jose a comprar unos bafles y a la mierda!
y a la mierda la cancha de bochas (diría el guille)
jaja José duerme
La historia de R-153 empieza cuando en una fábrica de robots.
Lo fabricaron con titanio y plexinosecuantos
un plástico muy resistente y especial para poder instalar una camarita en la parte de R-153 que le hacía de cara
Salió del ensamblaje medio tembleque porque era de una generación de robots que aprendían al ir experimentando
pero a poco de andar ya caminaba como si tuviera tres meses perrunos, que es mucho decir
Desde el punto de vista de la interacción superaba facilmente los 22 años humanos porque ya habían comprobado
que hacerlos con menos edad emocional era peligroso
R-153 tenía como misión recorrer las calles de PICHIHUINCA COPAPARADA una ciudad fundada poco antes para los fabricantes de estos mismos robots
Su objetivo principal era recabar las preocupaciones de los vecinos y llevarlas a los funcionarios "apósitos" que en espanitaliano quería decir los funcionarios "exáctos para esa cuestión"
R-153 anduvo así recorriendo las calles recabando preocupaciones
El problema lo tuvo esa misma noche cuando volvió al Municipio, o Comune o Centro Cívico
En primer lugar no supo dónde meterse para pasar la noche
Así que lo resolvió volviendo a recorrer la calle y como no encontró a nadie a quien "recabarle" información, salvo a un señor sin techo que le hizo pis en un costado, se limitó a recabar lo que la pareció relevante según su propio criterio.
el segundo problema lo tuvo al día siguiente a primera hora
No encontró a ninguno de los funcionarios "apósitos" que según sabemos en espanoitaliano quiere decir "justos para esa cuestión"
El tercer problema lo tuvo a segunda hora de esa misma mañana cuando tampoco encontró ninguno.
Y a tercera hora de esa mañana se encontró con el cuarto problema cuando habiendo encontrado a los "apósitos" es decir a los funcionarios "justos para esa cuestión" y habiendo transmitido los problemas (mientra corría atrás de los apósitos cacareando con robótica voz) se encontró con que les importaba "niente" que viene a ser "un carajo" en italoespañol.
R-153 desde esa primer y desgraciada experiencia se la pasa recorriendo las calles de PICHIHUINCA COPAPARADA porque para eso lo diseñaron. Recoge los problemas que le plantea la gente. Selecciona los funcionario "apósitos" y luego...imprime todos los problemas en papel doble hoja de 80 metros suave y de gran rendimiento para que los funcionarios se liempien el culo con total comodidad.
FIN
aajajajajja
geniaaaal!!!!!!!
yo pensé en un momento que le iban a hablar del olor a pis cagándose en el contenido
juaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
buenisimo!!!!!
me tenías como a un nene cuando le cuentan cuentos


Fin de la conversación

2016

Hay años que tienen normbre.
En realidad todos loa sños tienen nombre.  Se llaman 2005 o 5034 o tal vez 5.000.034.005.
Pero hay años a los que les ponemos nombre porque marcan nuestra vida.
Por ejemplo los años de la tía Andrea son 1961, 1978,  1979, 2000, 2001, 2009, 2010 y 2016.
Cada año tiene su nombre y su sobrenombre.
Por ejemplo 2001 es el año del chino que lloraba y 2009-2010 son el mismo año porque son el año en el que fuimos huérfanos y 2016 es el año de Javier.
Javier era un amigo de la tía Andrea que un día le avisó que no era más amigo y se fue de su vida pero no se fue de prepo, como se van los verdaderos amigos, sino que se fue queriendo, como se va la gente que quiere irse.
Nadie sabe por qué a la tía Andrea le cayó tan mal que Javier se fuera, y la tía, por más que intentara, no podía explicarlo.
Lo cierto es que la tía se puso muy triste por un tiempo de verdad largo.  Pasó el verano y llegó el otoño, y las hojas declinaron su hidalguía y cayeron.
La tía aprendió ese año que hasta lo evitable es inevitable.
El 2016 también fue el año en el que Juan y Mateo vinieron a embalsamar la vida de la tía Andrea, que no quiere decir embalsamarla con formol y como a  una momia, sino embalsamar en el sentido de ponerle un bálsamo para que el alma no se le irritara con ese raspón continuo que sentía.
El 2016 fue el año en que Juan aprendió a nadar en la pileta de la abuela Ethel, y el año que Mateo descubrió que el pasto y las plantas y las flores estaban ahí para ser disfrutadas con los ojos, los dedos y los pies.
Hay muchas maneras en que los amigos se van de la vida de la gente.
Algunos se van por puertitas laterales a habitar mundos vecinos.
Otros vuelven a sus propias latitudes ya que nunca fueron parte del aquí.
Otros resisten unidos por hilos invisibles, viviendo vidas extrañas pero unidos a vos por esos hilos resistentes que se tuercen, se alargan y hasta se doblan al límite de todos los grados del transportador.
Otros e van porque no les queda otra, porque se mueren y la muerte los reclama a sus regiones ignotas, pero cuando se van uno siente que no se van del todo porque se quedan enseñándote a escuchar la música que de otro modo se te escaparía, como se escapa entre las manos el agua fría de una bomba.
Y otros se van estruendosamente, rompiendo las puertas del alma, obligándote a ponerle remaches a los sueños, para que la noche no entre a invadir todo.
2016 es el año en que Javier se enojó con la tía Andrea y la tía Andrea lloró muchas veces con mocos y con lágrimas porque hacía más de 50 años que compartían este mundo y la tía supo que Javier más bien la odiaba después de tantos años y sintió que era irreparable y que era posible que todo el mundo la dejara de querer.

lunes, 29 de febrero de 2016

La muerte caminante

Este cuento es para que lo lean cuando sean de verdad grandes.
Es el cuento de la muerte caminante.
La muerte que acecha a los que intentan cabalgar el mundo.
La muerte caminante es dueña de un violín que corta el alma con filos de cuchillo y es dueña de los secretos dolorosos de las personas.  Los guarda en cajas pequeñas que esconde, una dentro de otra, en los bolsillos sin fondo de su traje.
La muerte caminante es ominosa, aparece durante las noches de insomnio y extiende sobre las personas capas de angustia finas y pegajosas como telas de araña envueltas en miel.
La muerte caminante es también llamada Señora de las Melancolías y le gusta llamarse así y que la llamen.
Pero no es mujer.
No es hombre.
No es mujer, ni hombre, ni transgénero.  Es.
Lo que ocurre es que la llaman la muerte porque fue difícil pensar que su abrazo era el de un hombre, pero a decir verdad la muerte caminante no es mujer, ni hombre, ni transgénero.  La muerte simplemente es.
Y duele tanto.  El alma sufre tanto, pero tanto, que las personas sienten la añoranza por el porvenir silencioso que ella anuncia.  Que él anuncia.  Que anuncia.
Pero también da mucho miedo.  Miedo a su mordisco venenoso.  Miedo a la mutilación que la muerte implica.
Por eso prefiero no mirarla.
Esquivo su música.  Esquivo sus luces rutilantes.  Esquivo su voz maravillosa.  Todo lo que me aterra y  viene envuelto en capas de belleza.  Todo lo que me aterra y llega espolvoreado de esa tremenda y dulce y ácida melancolía.
Le tengo miedo.
Cuando Juan y Mateo estuvieron en casa espantaron a la muerte caminante.
La corrieron con gritos y con risas y preguntas.
Y de noche no se acercó a casa porque ellos estaban ahí, guardianes.
Así es.
Muy pocos tienen el poder de espantar a la muerte.
Juan y Mateo lo tienen.
Por eso me cubro con su recuerdo y duermo.

sábado, 30 de enero de 2016

La estrella errante


Había en el firmamento (que viene a ser el cielo pero dicho a lo poeta) una estrella errante. Su vida era complicada porque transitaba por allí cuidándose de no alterar la gravedad de los planetas o el calor de su atmósfera u otro montón de cosas que no hay que alterar en el universo si uno quiere ser una buena estrella errante.
Un día se cansó de andar, cosa que le sucedió de puro vieja, y se puso de nombre Sol porque ese es un nombre muy bonito y que está de moda.
Una vez que se radicó sucedió que una serie de planetas, asteroides y lunas se le afincaron alrededor y así se armó el sistema solar, que es nada menos que un vecindario.
Entre los planetas del vecindario está el planeta Tierra que es mayoritariamente un planeta de agua y no de tierra. Pero como en la tierra viven los hombres y los hombres son un poco cortos de entendederas de movida creyeron que la Tierra es más tierra que agua y por eso el planeta no se llama Agua, como sin duda se llamaría si el nombre lo hubieran elegido las ballenas o los delfines.
Todo muy lindo. Pero un día, Sol, que siempre tuvo vocación de estrella errante, empezó a pensar en la posibilidad de hacer un viajecito.
Pero no fue posible. Es que, puesta a pensar, se dió cuenta que si empezaba un viaje todo el sistema solar se pondría de cabeza.
Los planetas se confundirían las órbitas, la luna y la tierra se separarían para siempre, los mares subirían y bajarían hasta que desapareciera la vida caminante en los planetas.
Todo un desastre.
Por eso Sol se quedó allí donde estaba. Brillando en el medio del Sistema.
Así, igualito que con Sol, pasa con casi todos nosotros. Dejamos de ser errantes cuando comprendemos que nuestra presencia es necesaria para el derrotero de los que nos rodean.
Y así son las vidas de las personas. Como soles que brillan exclusivamente para iluminar y dar calor a las vidas de otros.
Y si no lo hacemos, si no brillamos para otros, más temprano que tarde nos convertimos en agujero negro, que como todos saben es una fuerza entrópica cuyo sentido no se entiende.