Cara cara cara caravana.
Caravana de monstruos.
Primero los caballos de patas larguísimas, los caballos zancudos de pelaje azulado.
Después los caracoles gigantes, más grandes que casas, con antenas suaves que suben y bajan midiendo la velocidad del viento.
Más atrás las plantas caminantes, esas plantas con largas piernas peludas que aprendieron a caminar para evitar a las personas.
Y después los zapallos con ruedas, esos zapallos chatos, tan cómodos para viajar sentados recorriendo el campo.
Mucho más lejos vienen los Ojudos, esos monstruos amables, mezcla de perro y gato y persona. Vienen caminando despacio como ellos caminan, como gatos, pero vienen alegres, como perros, pero sonriendo con sus grandes bocas de personas. Me gustan mucho los ojudos porque son muy amables y huelen a pasto recién cortado.
Cara cara cara caravana.
Caravana de monstruos y monstruitos.
Y con la caravana marchamos nosotros, los humanos, con vestidos y capas, con botas y zapatos.
Y con la caravana marchan los monstruitos, los monstruitos que hay que mirar con microscopios y lentes. Monstruitos pequeñitos como pulgas y otros más chiquitos.
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