Ella insistía que era medio mágico el padre del chico. Se había hecho humo hacía un montón de tiempo. Y cuando se volvió a materializar el pibe tenía como veinte años.
Eso sí, cuando se materializó no se parecía en nada a lo que ella recordaba.
De todos modos la corporización fue bienvenida.
Eso es lo que pasa cuando la gente es optimista. Todo se ve optimistamente.
Y ella era una optimista.
Cuando se olvidó abierto el gallinero y todas las gallinas fueron a parar al puchero del vecino ella pensó que bien aprovechadas estaban las gallinitas con tanto pibe como tenía el pobre.
Cuando perdió el reloj se quedó medio contenta pensando que ya no se tendría que apurar para llegar a horario.
Siempre era así, ella veía el lado positivo de las cosas.
Por eso cuando se ganó el millón del quini seis todos pensaron que bien se lo merecía.
Se ganó un millón entero, billete por billete y libre de impuestos.
Lo bueno es que lo ganó acertando seis números sobre 43 y esos números eran el 1, el 2, el 3 , el 4, el 5 y el 6. Así de optimista era.
El periodista del pueblo le preguntó en qué iba a usar el millón.
Ella le dijo que tendría que pensarlo y que por lo pronto lo dejaba en el banco por un mes.
Justo cuando se ganó el quini se le materializó el padre del nene.
Y ella,que era optimista, lo recibió con gusto.
-¡Qué suerte!- pensó- todas las cosas buenas llegan juntas.
Anduvo dando vueltas un tiempito preguntándose que hacer con el millón.
Dos televisores se compró.
Un autito se compró.
Un tapado de paño negro se compró.
Y después ya no supo qué hacer porque casa tenía gracias al Plan Federal.
Fue a ver al gerente del banco y el gerente del banco le quiso abrir una cuenta corriente con chequera y todo y ella pensó -Te jodés- pero como no le gustaba andar diciendo palabrotas solamente lo pensó.
Así que fue y se compró un microondas de contado rabioso.
Cuando el papá del pibe le pidió un préstamo ella le preguntó que para qué lo quería.
Él le dijo que para instalarse, para ser el padre que el pibe se merecía.
Ella le dijo que como no, que no había problemas. Y le dio plata.
Cuando él se hizo humo como la primera vez, ella, que era una optimista, dijo
-¡Qué suerte!, este hombre sí que sabe hacerse humo- y se alegró mucho porque ahora seguro que sería el padre que el chico merecía.
Ella bien lo sabía. Y así fue.
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