martes, 9 de agosto de 2011

Barriletes y Manzanas

Nunca hubo una naturaleza muerta más viva, que las manzanas de yeso del Cholo Catalán.
Era el artista vernáculo por antonomasia, cosa que no sé bien qué quiere decir,  pero que suena a que no había otro artista más vernáculo que él.
El Cholo Catalán era un industrial del arte.  De haber nacido en China hubiera producido miles y miles de manzanitas coloradas, para decorar todos los hogares de occidente. Pero, como nació en Saladillo, su arte llegó a la cocina de Eva Ruiz y de allí a la inmortalidad.
Eva Ruiz efectivamente  lo inmortalizó cuando comparó su arte con las dagas florentinas, los cristales de Murano y otras fruslerías traídas de Europa por los que tenían la suerte de arrimarse al continente de los ancestros.
Como bien dijo Eva
-Todo muy lindo, pero yo estoy muy contenta con la manzana de yeso del Cholo Catalán.
Es que las manzanitas del Cholo Catalán eran más rojas que las que llegan desde el Valle del Río Negro y más brillantes. Olor no tenían, porque no llegó a tanto el arte del Cholo Catalán.
El Cholo Catalán también fabricaba barriletes, barriletes que, de haber sido chino el Cholo Catalán,  hubieran remontado los cielos del mundo entero.
Pero, como el  Cholo Catalán no era chino, los barriletes no invadieron los cielos del mundo entero sino que solamente se remontaron en los cielos de papá y de mamá.
Había barriletes de todas las formas y colores. Los había romboidales, octogonales, pequeñitos, enormes, y también los barriletes de cajón, esos que se remontaban de noche, con una velita encendida,  lo que era el equivalente a remontar estrellas.
Papá iba a comprar los barriletes a la casa del Cholo Catalán, y mamá inauguraba primaveras sólo para que los primos, que en esa época éramos reprimos,  los pudiéramos remontar.
El cielo de papá y mamá era, en definitiva  un cielo tan de fantasía como la  industria pueblerina del Cholo Catalán.
De esa época remota en que papá  y mamá eran jovencísimos y ni Claudia, ni Ana, ni Vero habían nacido, recuerdo en especial un barrilete enorme que nos costó mucho remontar. .
Corríamos por el descampado para que el viento lo izara, papá adelante, los chicos sosteniendo la cola hecha de trapo.
A veces me parece estar todavía corriendo.
Sosteniendo la cola de trapo de un barrilete gigantesco. Papá corre adelante y los chicos gritamos mientras el barrilete comienza a remontarse.
De pronto, llega un viento grande y el barrilete se eleva más y más. Se nos escapa el piolín de entre las manos y el barrilete se eleva hasta desaparecer y perderse en el cielo al que van los barriletes perdidos.
Papá y los chicos nos quedamos mirando para arriba, hasta ya no verlo más.
A veces me parece que no hemos dejado de mirar el cielo esperando que un viento, esta vez benevolente, nos devuelva el barrilete del Cholo Catalán.

2 comentarios:

  1. Hola buenas tardes, me gustaría saber de quién es este escrito, habla de un pariente cercano al cual no conocí. Me gustaría comunicarme con quien lo hizo, cualquier dato que me puedan dar, lo agradezco.

    ResponderEliminar
  2. Hola. ¿Quién es tu pariente? La historia es mía, soy Andrea. Tu pariente era el Cholo Catalán?

    ResponderEliminar