jueves, 4 de agosto de 2011

La tía y el devorador de pescados

-¿Un devorador de pecados? -dijo el tío.
-No, no. De pescados,  PES CA DOS -dijo la tía. 
-Devorador de pescados. De pescados con aletas, con escamas, de los que se venden en la pescadería. 
-Un comedor de escamas, de agallas, de espinas. 
-Un tragador de atunes, de gatusos, de esturiones. 
-Un devorador de pescados necesito -dijo la tía -Para que se coma todo el pescado podrido que compré en mi vida.  
-Un gran devorador de pescados necesito.
Es que la tía se había creído todo, todito, todo, lo que le  habían enseñado en la escuela, en la iglesia y en el trabajo.  
La tía se había tragado toda la constitución nacional y hasta la ley de impuesto a las ganancias, y hasta la ley electoral, se había creído. 
La tía necesitaba un devorador de pescados. Uno que no tuviera problemas en tragarse todo el pescado podrido que la pobre, pobre, pobre, se había comprado.


Dedicado a todos los vendedores de pescado podrido.  Mercadito Nacional Argentino con distribución local y domiciliaria.  Salud. 



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