La Verdadera, Original, Made in Argentina Bruja Mala existe.
Y si ustedes le preguntan les dirá que ella es buena.
Porque en donde ella vive no funcionan bien los espejos. Parece ser que el espejero loco puso una fábrica de espejos hace como 201 años y fabricó todos los espejos de la región y por la ley de la oferta y la demanda con tanto espejo bajó el precio y todos compraron espejos del espejero loco y por eso en la Argentina la gente tiene espejos que no funcionan bien.
Durante muchos años no supimos que los espejos funcionaban mal.
Es que en eso consistía la magia de los espejos. Uno miraba y veía algo distinto a lo real, pero eso sí, el espejo siempre mostraba más o menos lo que uno esperaba ver. Por ejemplo, yo siempre me vi con un sombrero rojo y estaba convencida de que me quedaba muy bien y tanto y tanto repetirlo terminó convenciéndonos a todos de que era hermosa. Los forasteros llegaban al pueblo decididos a conocer a la gran belleza y se volvían a sus tierras desilusionados, pero de puro educados jamás nos dijeron que estábamos chiflandengues.
La magia de los espejos consiste justamente en que uno no puede dejar de creer lo que ve con sus propios ojos.
Y supe también de un hombre que se veía alto y era un gurrimín gracioso y de un hombre alto que nunca se vio tan alto y de un hombre lindo que nunca se vio hermoso y de una mujer hermosa que jamás pudo verse tal cual era.
Y en ese mundo de espejos dislocados vivía la bruja mala y se creía buenísima y andaba por ahí haciendo maldades y mirándose al espejo que la engañaba y no la dejaba ver qué mala era. Ella decía:
-La gente no me entiende, no me devuelve, no me agradece, la gente es mala.
Ella decía:
-Hace dos semanas que los invité a cenar y no me devolvieron la invitación- pero no se daba cuenta de que había puesto en la mesa tres tomatitos y una cubetera. Claro que el espejo engañador del comedor había mostrado una mesa llena de manjares y ella siempre creía lo que veían sus ojos...en el espejo que le convenía...claro está.
Así era el mundo de la bruja mala.
Un día fue al psicólogo. Pero el psicólogo también tenía espejos del espejero loco.
¿Y qué vio la bruja mala?
La bruja mala se vio a sí misma buena y preocupada. El psicólogo le decía:
-Crea en usted misma, acéptese -y ella salía hecha una diabla a lanzar hechizos de mala leche y desamores.
El psicólogo le decía:
-Deje de preocuparse por la opinión de los demás -y ella se dejó crecer las uñas y andaba por ahí rasguñando criaturitas.
El psicólogo le dijo:
-Mírese al espejo -y ella veía a una señora agradable y sonriente, divertida y acogedora.
La bruja mala decía cosas feas. Si estabas dos kilos más gorda te decía que estabas gordita pero linda, si estabas hecha una bolsa de huesos comentaba que te sobraban dos kilitos, cosas de fomentarte la anorexia, si tu tío era feo como un pisotón te decía:
-¡Qué linda! Sos igualita a tu tío, la misma piel y los mismos ojos,¡igualita!
La verdadera bruja mala vivía en Argentina. Ella se calificaba como persona solidaria y buena amiga. Y usaba un espejo del espejero loco e iba a un psicólogo que al final resultó el espejero loco en carne y hueso.
Ella era feliz solamente si su felicidad era exclusiva. Le gustaba ser rica entre pobres. Le gustaba ser linda entre los feos, alta entre los petisos y flaca entre los gordos.
Pero lo más horrible de la bruja mala era justamente que se viera buena.
El espejero loco lo sabía y por eso había fabricado los espejos con magia mentirosa.
Si ustedes, ahora mismo, van y se miran a un espejo van a poder comprobar que seguramente tienen un espejo del espejero loco.
Si levantan la mano derecha el espejo levantará la izquierda y si guiñan el ojo izquierdo el espejo les guiñará el derecho.
Seguramente alguien les va a decir que es un efecto óptico lo que están viendo. Y es verdad. Pero dense cuenta de que si el espejo puede engañarlos con tanta exactitud en algo tan evidente, en cuánto los estará engañando sin que se den cuenta.
Así es que a la bruja mala el espejo del espejero loco le decía siempre lo que quería oír. Bastaba que ella dijera:
-¿Quién se merece un bombón?- para que el espejo le dijera -La más linda, la bruja más buena y amable, ésa se merece un bombón.
Por eso no se fíen nunca de los espejos, tomen la precaución de escuchar a los demás y preguntarles siempre si es verdad que tienen puesto un sombrerito rojo (yo me enteré que estaba sin sombrero cuando me lo dijo la tía Ana). Y si ustedes se creen muy buenos o muy simpáticos, asegúrense de no estar mirándose en el espejo equivocado o haciéndose asesorar por el espejero loco.
Porque mirar espejos engañeros ha traído muchísimos problemas por estos lares.
Aquejados como estamos por la plaga de los espejos del espejero loco, un día las brujas buenas hicieron un aquelarre en el hotel Provincial de Mar del Plata para tratar de dar solución a la cuestión de los espejos equivocados.
En el hall principal pusieron espejos verdaderos de un lado y espejos del espejero loco del otro.
Al medio pusieron una cortina grande, tipo telón, que pidieron prestada del auditorio.
En la calle un grupito de hadas encantadoras invitaba a los turistas a colaborar en el experimento.
El experimento consistía en que la persona se miraba en los espejos de un lado y después en los del otro y un comité de observadores tomaba nota de las reacciones.
Los turistas tenían que decir cuáles eran espejos de verdad y cuáles los espejitos mágicos del espejero loco.
(continuará)
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