- Papá Noel vive en la casa de la abuela - dijo Juan .
- Y así es - dijimos todos.
Papá Noel vive en la casa de la abuela porque la abuela lo tiene bien alimentado. Le abre latas de paté y de palmitos. Le sirve café con leche y galletitas. Le compra papas fritas recién hechas en la rotisería de la vuelta. Le compra chocolatines y bombones. Y los domingos va a la confitería La Perla (que dejó de llamarse así hace años) y juntos se dan una panzada de masitas finas. Bombas de crema pastelera, borrachitos de bizcochuelo de colores, y los coquitos, los famosos coquitos que la abuela disfruta con afanes de reina.
Y juntos salen a comprar regalos para la Navidad. Porque no hay cosa que les guste más a la abuela y a Papá Noel que comprar regalos.
Por eso Papá Noel vive en Saladillo.
Porque vive en la casa de la abuela Ethel y allí guardan toda la esencia de la Navidad que es, como ya sabemos, una celebración de cumpleaños en la que todos nos hacemos regalitos porque regalarse es un modo de festejar. Dice la abuela.
sábado, 15 de noviembre de 2014
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Navidad de bichos
El bicherío también festeja la Navidad.
- Es que Jesús fue un gran tipo - dijo el conejo - y por eso todos festejamos su cumpleaños - agregó.
-Todos somos criaturas de Dios, dijo el Chancho. Y las mariposas, que son de pocas palabras, aletearon afirmativamente.
El festejo es una fiesta grande, muy grande.
Van las luciérnagas todas engalanadas de luz y con su sola presencia iluminan la mesa grande.
- Es que Jesús fue un gran tipo - dijo el conejo - y por eso todos festejamos su cumpleaños - agregó.
-Todos somos criaturas de Dios, dijo el Chancho. Y las mariposas, que son de pocas palabras, aletearon afirmativamente.
El festejo es una fiesta grande, muy grande.
Van las luciérnagas todas engalanadas de luz y con su sola presencia iluminan la mesa grande.
- Es una fiesta a la canasta - dijo la araña - y las moscas salieron volando para ponerse bien lejos de su alcance.
- Como bebida, hidromiel - dijeron los colibríes - y las abejas descargaron la miel en el estanque.
- No hay como un estanque de Navidad - dijeron los bagres y los pejerreyes en su extraño idioma hecho de burbujas y de virajes.
- Si hace mucho calor ventilamos el aire - dijeron los murciélagos colgados cabeza abajo de las ramas de los árboles con sus alas extendidas al máximo.
Los perros y los gatos no suelen ir. Es que tienen familias humanas de las que ocuparse.
Por lo demás todos los bichos, los de la ciudad y del campo, llegan cargados de comida y de regalos.
Y todos los regalos, paquetes y paquetitos, se ponen al pie de un árbol grande. Si es un pino mejor, cosa de respetar las tradiciones. Pero sino lo mismo da, porque lo verdaderamente importante es preparar un buen sitio en el que las luciérnagas puedan iluminar las etiquetas que los cascarudos leen con voz de locutor a medida que entregan los paquetitos de colores.
Todas las criaturas, cuadrúpedas, bípedas, aéreas y hasta las pequeñas criaturas sin patas y sin brazos festejan la llegada de la Navidad.
- Porque Navidad quiere decir nacimiento - dijo el burro con aires de intelectual - y el nacimiento es el estallido de la vida.
- Sí, claro que sí, dijeron los caracoles, mientras caminaban despacio como los caracoles caminan, para llegar a horario a la fiesta el mes que viene.
Por eso, chicos, cuando vean luciérnagas, pero muchas luciérnagas, cuando vean que el cielo se ilumina, sepan que ahí está todo el bicherío festejando, como todos, la Navidad.
- Como bebida, hidromiel - dijeron los colibríes - y las abejas descargaron la miel en el estanque.
- No hay como un estanque de Navidad - dijeron los bagres y los pejerreyes en su extraño idioma hecho de burbujas y de virajes.
- Si hace mucho calor ventilamos el aire - dijeron los murciélagos colgados cabeza abajo de las ramas de los árboles con sus alas extendidas al máximo.
Los perros y los gatos no suelen ir. Es que tienen familias humanas de las que ocuparse.
Por lo demás todos los bichos, los de la ciudad y del campo, llegan cargados de comida y de regalos.
Y todos los regalos, paquetes y paquetitos, se ponen al pie de un árbol grande. Si es un pino mejor, cosa de respetar las tradiciones. Pero sino lo mismo da, porque lo verdaderamente importante es preparar un buen sitio en el que las luciérnagas puedan iluminar las etiquetas que los cascarudos leen con voz de locutor a medida que entregan los paquetitos de colores.
Todas las criaturas, cuadrúpedas, bípedas, aéreas y hasta las pequeñas criaturas sin patas y sin brazos festejan la llegada de la Navidad.
- Porque Navidad quiere decir nacimiento - dijo el burro con aires de intelectual - y el nacimiento es el estallido de la vida.
- Sí, claro que sí, dijeron los caracoles, mientras caminaban despacio como los caracoles caminan, para llegar a horario a la fiesta el mes que viene.
Por eso, chicos, cuando vean luciérnagas, pero muchas luciérnagas, cuando vean que el cielo se ilumina, sepan que ahí está todo el bicherío festejando, como todos, la Navidad.
domingo, 2 de noviembre de 2014
El país de las islas
En el país hay más de un país.
Está el país inmenso, ese que parece doblarse como un papel con la curvatura exacta de la tierra, ese país de rectas interminables.
Y está el país de las colinas y el país de los precipicios y de los senderos de cabras.
Y está el país de las dunas que se ahogan en el mar.
Y el país de las cascadas en el que las aguas buscan el centro de la tierra y con un rugir de truenos trepanan la tierra roja de la selva.
Y también está el país de las casitas de tierra, el país de los gorros coloridos en el que vírgenes y diablitos de colores danzan en procesiones paralelas y en el que los hombres tocan flautas vegetales y soplan las penas hasta convertirlas en carnavalitos.
Y está el país de las islas en el que viven Ana y Ralph y Octavio. Es un país de aguas verdes y castañas, porque no son marrones las aguas de las islas, son castañas, de un castaño suave y dulce como los ojos de algunas personas.
A mi me gusta saber que desde allí Ana y Ralph vigilan la belleza de las islas desmayadas. Su luz mil veces reflejada. Sus caballos misteriosos. Sus callejones de agua. Su belleza creciente.
Los imagino yendo y viniendo por los caminos de agua, llenándose los ojos con el paisaje moteado de luz. Los imagino trajinando, con el cuerpo cansado y extrañamente pleno como cuando el cuerpo sirve como instrumento del alma que sabe lo que quiere
Y sí. Tenemos amigos isleños. Amigos con perros isleños, y huerta isleña, y triciclo isleño y gallinas isleñas y un gallo isleño, por supuesto.
Cuando sopla el viento del sudeste llega la sudestada.
Es que el viento empuja las aguas del Río de La Plata y no las deja llegar al ancho mar. Y el río hinchado por el agua que baja de todo el subcontinente ensancha su cauce entrando en las islas y llenándolas como se llena un plato sopero. Eso nos dijo Ana Laura. Y desde entonces nunca más la palabra Sudestada fue sólo el viento. Ahora es también las islas y entre todas las islas es la isla de Ana Laura, de Ralph, de Octavio, de los perros de muelle, de las gallinas con riesgo de ahogamiento, de las lanchas despensa, de las botas de goma insólitamente deseables.
Ahora también las islas son el país nuestro y siento que un pedacito de mi adn las recorre, chapoteando en el barro rico de vida, porque los chicos, nuestros chicos, viven en las islas.
Ana Laura Espinosa es hija de Marta Gonzalez y nieta de Eduardo Gonzalez y de Teresa y es pariente nuestra por parte de Eduardo y del bisabuelo Lopez que eran primos no sé en que grado. Está casada con Ralph que es Suizo y a veces no entendemos que hace chapoteando barro, pero nos parece de admirar. Octavio es su hijito isleño. Y los perros son los perros de la casa, las gallinas y el gallo ídem. Este mensaje es para mis Mateitos para que sepan de dónde vienen y elijan a dónde quieren llegar.
Ana Laura Espinosa es hija de Marta Gonzalez y nieta de Eduardo Gonzalez y de Teresa y es pariente nuestra por parte de Eduardo y del bisabuelo Lopez que eran primos no sé en que grado. Está casada con Ralph que es Suizo y a veces no entendemos que hace chapoteando barro, pero nos parece de admirar. Octavio es su hijito isleño. Y los perros son los perros de la casa, las gallinas y el gallo ídem. Este mensaje es para mis Mateitos para que sepan de dónde vienen y elijan a dónde quieren llegar.
Aguelarre de las pampas corregido
Cuando las brujas se reunían en el campo, desde el pueblo se veía una luz rara, como de incendio, pero de color casi verde.
Decían que en los aquelarres se festejaba la esperanza, que es colorida como colorida es la primavera, y que por eso en las fogatas las brujas quemaban todo tipo de yuyos secos que producían llamas de colores.
Generalmente se reunían en verano, cuando el calor es tan intenso que las ranas extenuadas cantan pidiendo aire.
Los chicos nos quedábamos todos juntos, en el porche de la casa, con los pies mojados en charcos de agua que formábamos sobre las baldosas amarillas y rojas que el abuelo había puesto con esmero de ajedrecista.
Contábamos cuentos de aparecidos, de luz mala, de jinete sin cabeza y de lloronas, y por supuesto, cómo no, el cuento de la chica que vivía en el cementerio y salía a enamorar jóvenes que nunca volvían a encontrarla.
Este era una historia fabulosa. Un chico que volvía de un baile acompañando a una chica y le prestaba un saco porque hacía frío. Nunca volvía a verla. Pero el saco aparecía doblado (pulcramente claro) sobre la tumba de una chica muerta años atrás. Hermoso y escalosfriante.
Era un cuento de noche de verano.
Y sentados ahí, en el porche, con el campo de maíz ondulante flotando en la noche a nuestro alrededor, veíamos las luces del aquelarre. Verdes casi siempre pero a veces poderosamente anaranjadas.
Muy entrada la noche, cuando ya los grandes bajaban la voz para la charlas secretas, las veíamos irse. Figuritas aéreas, montadas en sus escobas poderosas, volando casi siempre hacia el Norte, hacia Europa, porque ellas viven en países antiguos donde pasan inadvertidas.
Así era. Y en las noches de aquelarre a veces nos permitían a los chicos tomar sidra, que en esta tierra baja es el jugo más dulce de las manzanas dulces.
Este verano, cuando el calor canse a todo el bicherío, ranas y arañas incluidas, creo que voy a salir de aquelarre
Generalmente se reunían en verano, cuando el calor es tan intenso que las ranas extenuadas cantan pidiendo aire.
Los chicos nos quedábamos todos juntos, en el porche de la casa, con los pies mojados en charcos de agua que formábamos sobre las baldosas amarillas y rojas que el abuelo había puesto con esmero de ajedrecista.
Contábamos cuentos de aparecidos, de luz mala, de jinete sin cabeza y de lloronas, y por supuesto, cómo no, el cuento de la chica que vivía en el cementerio y salía a enamorar jóvenes que nunca volvían a encontrarla.
Este era una historia fabulosa. Un chico que volvía de un baile acompañando a una chica y le prestaba un saco porque hacía frío. Nunca volvía a verla. Pero el saco aparecía doblado (pulcramente claro) sobre la tumba de una chica muerta años atrás. Hermoso y escalosfriante.
Era un cuento de noche de verano.
Y sentados ahí, en el porche, con el campo de maíz ondulante flotando en la noche a nuestro alrededor, veíamos las luces del aquelarre. Verdes casi siempre pero a veces poderosamente anaranjadas.
Muy entrada la noche, cuando ya los grandes bajaban la voz para la charlas secretas, las veíamos irse. Figuritas aéreas, montadas en sus escobas poderosas, volando casi siempre hacia el Norte, hacia Europa, porque ellas viven en países antiguos donde pasan inadvertidas.
Así era. Y en las noches de aquelarre a veces nos permitían a los chicos tomar sidra, que en esta tierra baja es el jugo más dulce de las manzanas dulces.
Este verano, cuando el calor canse a todo el bicherío, ranas y arañas incluidas, creo que voy a salir de aquelarre
lunes, 22 de septiembre de 2014
Los ojos de la Tía Andrea
Los ojos de la tía Andrea no ven lo que ven los ojos de otra gente. Por eso a veces anda como loca, peleándose por cosas raras.
Así son en realidad los ojos de toda la gente. Distintos y particulares. La gente cree que ve lo mismo que la otra gente solamente porque alguna que otra cosita coincide. Y es de pura casualidad. Porque todos vemos distinto.
Y los ojos que Dios le dio a la tía Andrea ven cosas que la mayoría de la gente no ve ni de casualidad, cosa que están ahí, "evidentes", como dice la tía, pero que la gente no ve en absoluto, como si estuviera ciega y encima sorda y seca de vientre, como ,también dice, la tía Andrea.
Por eso un día la tía fue a la óptica de Ana María y la turca le dijo - Mucha miopía, astigmatismo e hipermetropía, pero lo peor, lo peor lejos es la vista de segundo plano adelantada al primerísimo.
Ana María (que viene a ser lo mismo que la turca que por otra parte no es turca sino sirio libanesa) le dijo también, - Para las primeras tres cuestiones andá al oftalmólogo (que contra lo que muchos creen no es el médico del olfato sino el de los ojos). - Pero para la cuestión de ver en primer plano lo que para la mayoría no existe, para eso, bueno, para eso no hay remedio - dijo la turca.
Y le dijo también - Hacete a la idea de andar por la vida haciéndote la boluda para que no crean que te chifla el moño.
Que te chifle el moño en argentino quiere decir ser como una loca medio cuerda que no es lo mismo que ser cuerdo de a ratos, sino que es bastante distinto porque cuando te chifla el moño no hay que te banque.
Y hacerse el boludo en argentino quiere decir andar por la vida como si a uno no le importara nada lo que pasa, pero no solo como si a uno no le importara nada, sino no importándole nada al fin y al cabo.
Hacerse el boludo es lo que uno hace por ejemplo cuando ve que hay que levantar los juguetes del piso y les pasa por al lado como si nada, o lo que se hace cuando hay que limpiar el dulce que se cayó en el mantel y le pone encima un vaso para que no se vea.
En las cosas importantes de la vida es lo que uno hace cuando no quiere comprometerse y simplemente se hace el que no ve, pero además inmediatamente también olvida lo visto para que no duela.
- Por ejemplo - dijo la turca, que es también Ana María - si ves medio oxidadas las glorietas de la plaza acordate que nadie las ve oxidadas sino que ven la pintura que les queda. Así no te amargás ni andás criticando cosas que nadie entiende.
- Si ves que sacan los árboles de las veredas no los mires. Total nadie ve el hueco que dejan las hojas.
La tía Andrea se fue de lo de Ana María (o sea de lo de la turca) totalmente alicaída. (que viene a ser r como una paloma desinflada y consecuentemente ali-caída).
El oftalmólogo le dió anteojos multifocales para que viera de cerca, de lejos y más o menos lejos y no le dió nada para el olfato porque no es médico especialista en cosas del olor.
Y la tía Claudia que es una consejóloga de primer nivel le dió consejos para el otro asunto, el de andar viendo en primer plano las cosas que nadie ve.
- Preguntales a los otros qué cosas ven así podés seguirles la corriente.
Desde ese día la tía Andrea anda siempre diciendo - Y dígame ¿Cómo ve Ud. la cosa?
Recibe todo tipo de respuestas y ella trata de adaptarse a lo que los otros ven.
Eso sí. Nunca lo logra. Y dice que por eso quiere tanto al tío José. Que ve lo que ella ve. - Aunque tiene gran capacidad para hacerse el boludo- dice la tía.
Pero al final, pregunte o no pregunte, parece que se va a morir viendo lo que otros no ven.
Igual esta historia la escribí para que sepan, chicos, que nada en el mundo es visto por la gente de la misma manera.
Que hay quien ve el atardecer y quien ve las sombras.
Que hay quien ve las flores y quien cotiza el florero.
Que hay quien entiende de amor y quien redacta contratos de separación de bienes.
Que hay gente que no ve los pies descalzos de los otros ni ve que los demás tiemblan de frío.
Así entonces esta historia la escribo para que sepan los Mateitos que la tía Andrea no está loca si anda viendo cosas que nadie más ve. Pero también la escribo para que sepan que la gente ve distintas cosas y por eso nunca se pone de acuerdo. Es muy importante preguntar ¿Qué cosa está Ud. viendo? porque sino se corre el riesgo de andar peleando con todo el mundo y hasta el riesgo de querer a gente equivocada.
Antes de enamorarse pregunten siempre cómo se ve la vida desde los ojos del otro y antes de enemistarse lo mismo.
La gente no tiene en la cabeza lo que uno cree que tiene en la cabeza.
Y es muy importante rodearse de quienes ven las cosas como uno porque sino se corre el terrible riesgo de que nadie le avise a uno cuando va a chocar contra un paredón.
Y yo quiero que Uds., mis Mateitos, anden por la vida bien acompañados.
Así que pregunten, siempre pregunten ¿Qué pensás vos? ¿Qué piensas tu? ...y si algún día sienten que no pueden preguntar entonces huyan...la vida en mala compañia dicen que es intolerable.
Así son en realidad los ojos de toda la gente. Distintos y particulares. La gente cree que ve lo mismo que la otra gente solamente porque alguna que otra cosita coincide. Y es de pura casualidad. Porque todos vemos distinto.
Y los ojos que Dios le dio a la tía Andrea ven cosas que la mayoría de la gente no ve ni de casualidad, cosa que están ahí, "evidentes", como dice la tía, pero que la gente no ve en absoluto, como si estuviera ciega y encima sorda y seca de vientre, como ,también dice, la tía Andrea.
Por eso un día la tía fue a la óptica de Ana María y la turca le dijo - Mucha miopía, astigmatismo e hipermetropía, pero lo peor, lo peor lejos es la vista de segundo plano adelantada al primerísimo.
Ana María (que viene a ser lo mismo que la turca que por otra parte no es turca sino sirio libanesa) le dijo también, - Para las primeras tres cuestiones andá al oftalmólogo (que contra lo que muchos creen no es el médico del olfato sino el de los ojos). - Pero para la cuestión de ver en primer plano lo que para la mayoría no existe, para eso, bueno, para eso no hay remedio - dijo la turca.
Y le dijo también - Hacete a la idea de andar por la vida haciéndote la boluda para que no crean que te chifla el moño.
Que te chifle el moño en argentino quiere decir ser como una loca medio cuerda que no es lo mismo que ser cuerdo de a ratos, sino que es bastante distinto porque cuando te chifla el moño no hay que te banque.
Y hacerse el boludo en argentino quiere decir andar por la vida como si a uno no le importara nada lo que pasa, pero no solo como si a uno no le importara nada, sino no importándole nada al fin y al cabo.
Hacerse el boludo es lo que uno hace por ejemplo cuando ve que hay que levantar los juguetes del piso y les pasa por al lado como si nada, o lo que se hace cuando hay que limpiar el dulce que se cayó en el mantel y le pone encima un vaso para que no se vea.
En las cosas importantes de la vida es lo que uno hace cuando no quiere comprometerse y simplemente se hace el que no ve, pero además inmediatamente también olvida lo visto para que no duela.
- Por ejemplo - dijo la turca, que es también Ana María - si ves medio oxidadas las glorietas de la plaza acordate que nadie las ve oxidadas sino que ven la pintura que les queda. Así no te amargás ni andás criticando cosas que nadie entiende.
- Si ves que sacan los árboles de las veredas no los mires. Total nadie ve el hueco que dejan las hojas.
La tía Andrea se fue de lo de Ana María (o sea de lo de la turca) totalmente alicaída. (que viene a ser r como una paloma desinflada y consecuentemente ali-caída).
El oftalmólogo le dió anteojos multifocales para que viera de cerca, de lejos y más o menos lejos y no le dió nada para el olfato porque no es médico especialista en cosas del olor.
Y la tía Claudia que es una consejóloga de primer nivel le dió consejos para el otro asunto, el de andar viendo en primer plano las cosas que nadie ve.
- Preguntales a los otros qué cosas ven así podés seguirles la corriente.
Desde ese día la tía Andrea anda siempre diciendo - Y dígame ¿Cómo ve Ud. la cosa?
Recibe todo tipo de respuestas y ella trata de adaptarse a lo que los otros ven.
Eso sí. Nunca lo logra. Y dice que por eso quiere tanto al tío José. Que ve lo que ella ve. - Aunque tiene gran capacidad para hacerse el boludo- dice la tía.
Pero al final, pregunte o no pregunte, parece que se va a morir viendo lo que otros no ven.
Igual esta historia la escribí para que sepan, chicos, que nada en el mundo es visto por la gente de la misma manera.
Que hay quien ve el atardecer y quien ve las sombras.
Que hay quien ve las flores y quien cotiza el florero.
Que hay quien entiende de amor y quien redacta contratos de separación de bienes.
Que hay gente que no ve los pies descalzos de los otros ni ve que los demás tiemblan de frío.
Así entonces esta historia la escribo para que sepan los Mateitos que la tía Andrea no está loca si anda viendo cosas que nadie más ve. Pero también la escribo para que sepan que la gente ve distintas cosas y por eso nunca se pone de acuerdo. Es muy importante preguntar ¿Qué cosa está Ud. viendo? porque sino se corre el riesgo de andar peleando con todo el mundo y hasta el riesgo de querer a gente equivocada.
Antes de enamorarse pregunten siempre cómo se ve la vida desde los ojos del otro y antes de enemistarse lo mismo.
La gente no tiene en la cabeza lo que uno cree que tiene en la cabeza.
Y es muy importante rodearse de quienes ven las cosas como uno porque sino se corre el terrible riesgo de que nadie le avise a uno cuando va a chocar contra un paredón.
Y yo quiero que Uds., mis Mateitos, anden por la vida bien acompañados.
Así que pregunten, siempre pregunten ¿Qué pensás vos? ¿Qué piensas tu? ...y si algún día sienten que no pueden preguntar entonces huyan...la vida en mala compañia dicen que es intolerable.
martes, 25 de marzo de 2014
Cosa lógica
¡Qué problema!
No sé si no quieres que sufra yo
o si no quieres sufrir tú.
No sé si no quiero que sufras tú
o no quiero sufrir yo.
No sé.
Y por eso,
para que no sufras tú, no sufro yo
Y para que no sufra yo, no sufres tú.
Como sea, de vos o tú, no sufrís vos
y no sufro yo, para que no suframos
ni tú, ni yo,
ni vos.
No sé si no quieres que sufra yo
o si no quieres sufrir tú.
No sé si no quiero que sufras tú
o no quiero sufrir yo.
No sé.
Y por eso,
para que no sufras tú, no sufro yo
Y para que no sufra yo, no sufres tú.
Como sea, de vos o tú, no sufrís vos
y no sufro yo, para que no suframos
ni tú, ni yo,
ni vos.
viernes, 14 de marzo de 2014
La gran aventura
La gran aventura de Mateo y Juan María empezó el día que se hicieron grandes.
Tenían como cinco y salieron a la calle sin permiso.
Mamá les había dicho que en la vereda no se podía jugar.
Pero entre los dos resolvieron abrir la puerta y salir a la aventura.
Así es que se fueron caminando hasta la esquina y después doblaron a la derecha y más adelante a la izquierda y después otra vez a la derecha...pero al final se perdieron y no pudieron volver a casa, se habían perdido.
El final de esta historia simplemente cuenta que ese día se hicieron más hermanos que nunca. Porque así es la cosa. Los hermanos se hacen hermanos de verdad cuando se dan cuenta que no están solos mientras estén juntos.
Pero todavía no llegó el final de esta historia.
Estábamos en que andaban los dos perdidos y no sabían como volver a casa.
Tenían como cinco y salieron a la calle sin permiso.
Mamá les había dicho que en la vereda no se podía jugar.
Pero entre los dos resolvieron abrir la puerta y salir a la aventura.
Así es que se fueron caminando hasta la esquina y después doblaron a la derecha y más adelante a la izquierda y después otra vez a la derecha...pero al final se perdieron y no pudieron volver a casa, se habían perdido.
El final de esta historia simplemente cuenta que ese día se hicieron más hermanos que nunca. Porque así es la cosa. Los hermanos se hacen hermanos de verdad cuando se dan cuenta que no están solos mientras estén juntos.
Pero todavía no llegó el final de esta historia.
Estábamos en que andaban los dos perdidos y no sabían como volver a casa.
De entre todos los dolores
De entre todos los dolores
elijo los que no duelen
los que parecen amargos
pero se comen y beben
De entre todos los dolores
me gustan los que se tienen
doblados en un cajón
como a un recuerdo rebelde.
De entre todos los dolores
elijo los que no duelen.
miércoles, 15 de enero de 2014
La noche a veces es más oscura y a veces más clara.
A veces hay estrellas titilando y a veces por más que estén y titilen no es posible verlas.
Y están el amor, la ira, la melancolía y la alegría.
Todas cosas de las que vale la pena hablar.
El amor es una cosa extraña porque uno diría que no puede asirlo, no puede pesarlo, no puede medirlo en escala decimal ni en ninguna otra escala.
Pero esa inmaterialidad a veces lo atraviesa a uno como si el pecho fuera un túnel y con un fárrago propio de mil trenes nos recorre y se dirige, pura energía, hacia el ser amado.
Generalmente duele.
Duele con ese dolor indeterminado con el que duele el alma, dolor de violines.
El amor entonces es una energía medible que simplemente no se ha medido. ¿Cómo podría sino sentirse?
La ira es diferente. Es una energía entrópica. Una especie de tornado que nos vacía. La ira es también energía sólo que se lleva cosas que no podemos inventariar.
La ira es mala para las personas. Las resquebraja de a poco hasta que un día alguien dá un portazo y la persona se desmigaja y cae pulverizada. Pero para cuando cae pulverizada ya hace años que estaba rota, quebrada en pedacitos.
A veces hay estrellas titilando y a veces por más que estén y titilen no es posible verlas.
Y están el amor, la ira, la melancolía y la alegría.
Todas cosas de las que vale la pena hablar.
El amor es una cosa extraña porque uno diría que no puede asirlo, no puede pesarlo, no puede medirlo en escala decimal ni en ninguna otra escala.
Pero esa inmaterialidad a veces lo atraviesa a uno como si el pecho fuera un túnel y con un fárrago propio de mil trenes nos recorre y se dirige, pura energía, hacia el ser amado.
Generalmente duele.
Duele con ese dolor indeterminado con el que duele el alma, dolor de violines.
El amor entonces es una energía medible que simplemente no se ha medido. ¿Cómo podría sino sentirse?
La ira es diferente. Es una energía entrópica. Una especie de tornado que nos vacía. La ira es también energía sólo que se lleva cosas que no podemos inventariar.
La ira es mala para las personas. Las resquebraja de a poco hasta que un día alguien dá un portazo y la persona se desmigaja y cae pulverizada. Pero para cuando cae pulverizada ya hace años que estaba rota, quebrada en pedacitos.
martes, 7 de enero de 2014
Los reyes magos
Eran tres los reyes eran tres.
Venían en camello porque tenían que cruzar el desierto para llegar a cualquier parte.
Llevaban unos regalitos de reyes para lo que era la época. De la mirra me acuerdo y había otras cosas.
Pero era así hace dos mil años.
Ahora traen cosas más actualizadas como juguetes electrónicos y muñecas que se parecen a la próxima última top model.
Cuando llegaron a León Guanajuato venían ya con los camellos cansados porque les había tocado pasar por China y se sabe que en la China hay más chicos que estrellas en el cielo.
Por eso es que cuando vieron que Mateotín y Juan les habían dejado una botella de Champan denominación de origen es que decidieron empinar el codo. Sobre todo porque también se habían preocupado por dejarles tres copas de cristal del bueno y para los camellos una palangana entera de agua recién extraída del botellón de agua mineral.
Y claro, se tomaron el champán medio de golpe y con el estómago vacío y cansados como estaban, se quedaron dormidos mientras esperaban a los lentos de los camellos que no se cansaban de comer.
Por eso a la mañana Mateotín y Juan se los encontraron roncando a pata suelta en el patio.
- Mamá, mamá- gritó Juan mientras Mateotín inspeccionaba a los sujetos.
Y mamá, que es diligente, vino apresurada a ver qué pasaba.
Y se encontró con los tres reyes dormidos como troncos apoyados en los lomos de los camellos que para no ser menos también dormían.
Y eran ya las diez de la mañana en Leon Guanajuato y los muy irresponsables habían dejado sin juguetes a los niños del Sur Cono Sur.
Así es que Mamá Vero salió apuradísima y preparó tres cafès en unas tazotas enormes que le habían regalado para Navidad y con la ayuda de Mateotín y de Juan los despertó.
Mateotín le clavó los dientes a Melchor en un brazo y Juan le gritó a Baltazar justo en la oreja con todas las ganas, mientras tanto Mamá lo sacudía a Gaspar y le pasaba la tasa con café por debajo de la nariz.
- Rápido, rápido, rápido - les decía Mamá Vero y los pobres reyes, todos contracturados por haber dormido toda la noche sentados en el piso se empezaron a desperezar.
Ese fue el año que los juguetes de los niños del Sur Cono Sur encontraron todos sus regalos colgados en los árboles en lugar de en los zapatos.
Y es justamente desde ese año que los Reyes Magos al último lugar del mundo al que van es a Leon Guanajuato. Porque les gusta el champan denominación de origen y también porque les gusta despertarse cuando Mateotín y Juan les llevan el café bien caliente. Ahora Mateotín ya no los despierta a mordiscones sino que les dice - Muy buenos días señores Reyes Magos y Juan ya no les grita en los oídos, pero siempre Vero les prepara el café en las tazotas más grandes que consigue.
Los regalos de los chicos se los dan en manos propias (como suelen decir ellos) y lo que siempre pasa es que Mamá Vero les prepara una cartita que también entrega en manos propias (como suele decir ella) en la que pide que una gran primavera campee por el mundo y todos los árboles se llenen de frutas y de panes.
Los reyes todos los años leen la carta y todos los años le cuentan a mamá Vero el secreto para que los niños reciban su regalo año tras año.
Y eran ya las diez de la mañana en Leon Guanajuato y los muy irresponsables habían dejado sin juguetes a los niños del Sur Cono Sur.
Así es que Mamá Vero salió apuradísima y preparó tres cafès en unas tazotas enormes que le habían regalado para Navidad y con la ayuda de Mateotín y de Juan los despertó.
Mateotín le clavó los dientes a Melchor en un brazo y Juan le gritó a Baltazar justo en la oreja con todas las ganas, mientras tanto Mamá lo sacudía a Gaspar y le pasaba la tasa con café por debajo de la nariz.
- Rápido, rápido, rápido - les decía Mamá Vero y los pobres reyes, todos contracturados por haber dormido toda la noche sentados en el piso se empezaron a desperezar.
Ese fue el año que los juguetes de los niños del Sur Cono Sur encontraron todos sus regalos colgados en los árboles en lugar de en los zapatos.
Y es justamente desde ese año que los Reyes Magos al último lugar del mundo al que van es a Leon Guanajuato. Porque les gusta el champan denominación de origen y también porque les gusta despertarse cuando Mateotín y Juan les llevan el café bien caliente. Ahora Mateotín ya no los despierta a mordiscones sino que les dice - Muy buenos días señores Reyes Magos y Juan ya no les grita en los oídos, pero siempre Vero les prepara el café en las tazotas más grandes que consigue.
Los regalos de los chicos se los dan en manos propias (como suelen decir ellos) y lo que siempre pasa es que Mamá Vero les prepara una cartita que también entrega en manos propias (como suele decir ella) en la que pide que una gran primavera campee por el mundo y todos los árboles se llenen de frutas y de panes.
Los reyes todos los años leen la carta y todos los años le cuentan a mamá Vero el secreto para que los niños reciban su regalo año tras año.
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