El 4 del mes 4 nacieron 2.
Juan María y Mateo José, justito en ese orden.
Mateo José tenía que nacer antes para ser el primer hijo de Mateo José, pero Juan, de puro atropellado, nació primero.
Y como el 4 del 4 nacieron 2 la tía Andrea dijo - Cuatro por cuatro dieciseis y dieciseis por dos treinta y dos. Y 32 hadas se apersonaron en el lugar del nacimiento a ofrecer sus dones, cosa que las hadas siempre ofrecen porque ese es el primer oficio de las hadas.
Llegó primero el hada de la música porque le habían dicho que el papá de los nenes era tan musical como un balero.
Y cantó una canción que se escuchó por todas partes, solo que la gente creyó que era la brisa soplando su flauta de primavera.
El hada de los colores se les enredó en el pelo y así salieron los dos un poco colorados.
El hada de los sueños felices les hizo sonreir mientras dormían y les les prometió en susurros que seguirían soñando bonito cada noche.
El hada de la luna-luna prometió iluminarles siempre el camino, aunque no anduvieran por las sendas del Tafí y si andaban por las sendas del Tafí también.
El hada de la risa atropellada se comprometió a regalarles siempre buenos chistes.
Así fueron pasando una por una, repartiendo luz, chistes, música y colores.
La tía Andrea se entrevistó con el hada de los juegos y le pidió que les diera el don de los deportes, más que nada considerando que nunca había ido a visitar a la familia.
Y todo estuvo muy bien.
El único problema es que nadie contó con la presencia del hada enfurruñada, que llegó rezongando muy dispuesta a hacerse notar.
Y se hizo notar nomás, insistiendo en repartir su habilidad para protestar en varios idiomas.
Así la tipa se arremangó y sentada en una butaca se concentró en organizar su cajita de dones, llena de dolores de panza y quejas. Buscó y rebuscó ente frasquitos y sobres y cajitas y finalmente seleccionó una gama de refunfuños ideales para niños y jóvenes.
Y ya con los ingredientes en la mano se paró sobre la butaca y con cara de concentrada dijo - Mis dones dejo, mis dones doy. Y páfate: justo pasó Vero, la mamá de los nenes.
Por eso, desde de que nacieron Juan y Mateo, su mamá se enfurruña de vez en cuando. Es que ligó por la cabeza una dosis doble de protestas razonables y no tanto.
Y es también por eso, por la torpeza del hada Enfurruñada, que Juan y Mateito andan por ahí, pura sonrisa, mientras hacen macana tras macana. Y su mamá, Verito, protesta de tanto en tanto aunque no sepa muy bien por qué.
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