viernes, 26 de abril de 2013

Damas de noche

En la época que la tía era chiquita las Damas de Noche no eran las d r ag queens, sino las flores de la vereda de la abuela Elena.
La vereda de la abuela quedaba en Rawson, en medio de la pampa triguera que ahora es sojera y más adelante vaya a saber.
Frente a la vereda de la abuela quedaban las vías del ferrocarril, unas vías que se cruzaban y se volvían a cruzar, como si hubiera un mundo que transportar de aquí para allá.
Y un poco más allá había un puente que pasaba sobre las vías y que con el tiempo se empeño en quedarse en mis pesadillas, perdiendo escalones o haciéndose infinito.
Pero en aquella época el puente era mágico porque era distinto, era el puente que cruzaba sobre las vías del ferrocarril, que como un río discurrían por la pampa hacia el mar.
Las damas de noche eran de un rosa profundo, casi rojas, casi fuxias.
Yo salía a barrer la vereda de mi abuela prestándole un pequeño servicio innecesario y las damas de noche se iban abriendo a medida que el sol le cedía a las sombras el dominio de las baldosas amarillas.
Las semillas de las damas de noche vinieron conmigo hasta Bahía Blanca, viajando primero desde Rawson a Saladillo en un frasco de desodorante en barra Odorono y años después continuaron su tránsito hasta Bahía Blanca en un sobre blanco en el que mamá escribió con su letra de maestra que "Semillas de flores de la abuela".
Ahora crecen aquí, pero por esas cosas que nadie entiende de las flores fueron cambiando de color, primero rojas y blancas, luego amarillas.
Yo junto las semillas.  No las pongo en un frasco de Odorono sino en una cajita de Hepatalgina.  Es que el tío José siempre anda pegándose atracones y, además,siempre usa desodorante en aerosol.
Pero yo junto las semillas.
Y las desparramo por el mundo para que las damas de noche de la abuela Elena Curutchet Barcelona de Mirassou vayan poblando el mundo que yo habito y se abran cada tarde de verano, coquetas y amables, como solo pueden ser las damas.

Rock de los Mateitos

Ya sale el sol
Ya sale el sol
Para la tía ya sale el sol
Ya llega Juan 
Mateo llegó
Para la tía ya salió el sol

Están acá 
Están allá
Gritan patean
dale que va. 

Yo los quisiera
Por siempre aquí 
Pero no hay caso
se tienen que ir

Así es la vida
dijo mamá 
Para los pobres 
aquí o allá

Siempre querer
Siempre extrañar
Así es la vida 
aquí o allá.


Con colaboración de la abuela que aportó el "dale que va"

lunes, 15 de abril de 2013

El caso del hada enfurruñada

El 4 del mes 4 nacieron 2.
Juan María y Mateo José, justito en ese orden.
Mateo José tenía que nacer antes para ser el primer hijo de Mateo José, pero Juan, de puro atropellado, nació primero.
Y como el 4 del 4 nacieron 2 la tía Andrea dijo - Cuatro por cuatro dieciseis y dieciseis por dos treinta y dos.  Y 32 hadas se apersonaron en el lugar del nacimiento a ofrecer sus dones, cosa que las hadas siempre ofrecen porque ese es el primer oficio de las hadas.
Llegó primero el hada de la música porque le habían dicho que el papá de los nenes era tan musical como un balero.
Y cantó una canción que se escuchó por todas partes, solo que la gente creyó que era la brisa soplando su flauta de primavera.
El hada de los colores se les enredó en el pelo y así salieron los dos un poco colorados.
El hada de los sueños felices les hizo sonreir mientras dormían y les les prometió en susurros que seguirían soñando bonito cada noche.
El hada de la luna-luna prometió iluminarles siempre el camino, aunque no anduvieran por las sendas del Tafí y si andaban por las sendas del Tafí también.
El hada de la risa atropellada se comprometió a regalarles siempre buenos chistes.
Así fueron pasando una por una, repartiendo luz, chistes,  música y colores.
La tía Andrea se entrevistó con el hada de los juegos y le pidió que les diera el don de los deportes,  más que nada considerando que nunca había ido a visitar a la familia.
Y todo estuvo muy bien.
El  único problema es que nadie contó con la presencia del hada enfurruñada, que llegó rezongando muy dispuesta a hacerse notar.
Y se hizo notar nomás, insistiendo en repartir su habilidad para protestar en varios idiomas.
Así la tipa se arremangó y sentada en una butaca se concentró en organizar su cajita de dones, llena de dolores de panza y quejas.  Buscó y rebuscó ente frasquitos y sobres y cajitas y finalmente seleccionó una gama de refunfuños ideales para niños y jóvenes.
Y ya con los ingredientes en la mano se paró sobre la butaca  y con cara de concentrada dijo - Mis dones dejo,  mis dones doy.   Y páfate: justo pasó Vero, la mamá de los nenes.
Por eso, desde de que nacieron Juan y Mateo, su mamá se enfurruña de vez en cuando.  Es que ligó por la cabeza una dosis doble de protestas razonables y no tanto.
Y es también por eso, por la torpeza del hada Enfurruñada, que Juan y Mateito andan por ahí,  pura sonrisa,  mientras hacen macana tras macana.  Y su mamá, Verito, protesta de tanto en tanto aunque no sepa muy bien por qué.

jueves, 11 de abril de 2013

Eutanasia, cuento para los que tengan 89

El creía que se trataba de eutanasia.
Por eso anduvo buscando la manera de morirse para evitar el dolor de esa enfermedad tan puta, tan dolorosa, tan persistente.
Pensaba que si para un cáncer se creía que era bueno morirse por propia voluntad, lo mismo valía para su dolor, ese dolor del alma.
Desde chiquito se le había pegado esa idea de que la muerte era la solución para todos los problemas.
Y de grande se le metió en la cabeza como idea persistente.
Las multas y los impuestos se evaporaban con la muerte.  Con la muerte desaparecían los infundios y las calumnias.
Las verguenzas se morían con la muerte.
"Dejó de sufrir" decían las buenas gentes.
Y de chico también le habían dicho que en la otra vida, la que venía después de la vida, la de Dios, se haría justicia.
Y aunque no estaba muy seguro, su yo infantil, su luminoso yo de niño, estaba secretamente convencido de que después de la muerte los buenos y los justos serían felices.
Así es que un día se fue.  Se puso una bala en el pecho y se fue.
Un modo de dejar de sufrir un dolor que sólo el sueño calma.
Yo no se si donde fue habrá un Dios glorioso repartiendo justicia.
Yo no se si donde fue estarán su papá y su mamá para darle abrazos y consuelo.
Yo no se si estará durmiendo y soñando lindo.
Sólo se que dejó de sufrir, como dicen las buenas gentes.
Solo sé que hay dolores tan fuertes, tan fuertes, tan fuertes, que al fin el alma se quiebra y abandona.








Pensando en Dante Mengoni, que en el 2012 no toleró más su dolor.   Y con la esperanza infantil de que esté bien.

Crinuditos

- Crinuditos me salieron los sobrinos - dije.  Y no le erré.
Juan tenía unos pelos exagerados que ya le abanicaban los omóplatos, y Mateo andaba haciendo guiños, esquivando un flequillo rubio y lacio como la lluvia.
Un día, como sin querer, le hice a Juan un chuflo con los pelos largos que le caían en la frente, y así anduvo todo el día, orondísimo, medio cristiano y medio indio, saltándonos encima y haciéndose el simpático.
Para Mateo, quise inventar una trenza de vikingo, pero no pude agarrarlo el tiempo suficiente, se me escapaba.
Ahora están por el norte, por su tierra caliente.
Yo los pispeo por internet y los veo crecer sin tregua.
A veces tengo que revisar fotos antiguas para acordarme de que fueron unos bebés redonditos y sonrientes.
Ahora, son dos muchachitos en miniatura que de la mamadera ni se acuerdan.
Cuando queramos acordar, tendrán 18  y ni nos mirarán por la pantalla.
Tal vez sigan crinudos.  Es probable.  Pelos tienen de sobra.
Yo quiero simplemente que cuando tengan 18 yo pueda verlos y acordarme de este momento, en que de puro crinuditos,  le gente le dice a su mamá, mi hermana  - ¡Qué lindas nenas tiene!


11/4/2013. Felicidad.