jueves, 8 de agosto de 2019

Oda al piojo

Oda al piojo ( por Andrea Mirassou, la tía en 8/2017)

¡Oh piojo!
Yo te saludo
Yo te agradezco
Porque estás
Seguís estando
Nos ponés sin peligro
Frente a la mortalidad
que nos acecha.
Nos recordás que los piojicidas
evolucionan más rápido que los gobiernos
Y que hay esperanzas
Para un mundo que puede combatirte
Aunque no pueda
Contra otras corrupciones.
¡Oh piojo!
Me arrodillo ante el poder inmutable
De tu picadura voraz
Y me inclino ante el peine
Que te combate.
¡Oh piojo!
Tu presencia me llena de humildades
Y me recuerda
Que todo es vulnerable.

domingo, 23 de junio de 2019

Mburucuyá

Enredada en el falso aljibe de la quinta insistía el Mburucuyá en dar su flor cada año.  Y los chicos nos maravillabamos años tras año con esta flor llamada la pasionaria por evocar la corona de espinas y los tres clavos de la pasión de Cristo.  Las abejas y los chicos, cada verano, enredados en la alzada del falso aljibe, que el romanticismo trabajoso del abuelo Pedro había construido para nosotros.  Para los chicos, las abejas y el Mburucuyá.

lunes, 17 de junio de 2019

Mi papá


Yo lo pienso como me pienso a mi misma.  Atravezado de lado a lado por las injusticias de un país traicionero y traicionado.
Mi papá creía en los satélites y en las procesadoras.
Quería a mi mamá con un amor emocionado, de besos en el hombro.  Su número era el 11 porque era el número de mi mamá y nada más que por eso.
Mi papá quería a mi mamá y quería a la familia de mi mamá queriendo que fuera suya. Y hasta quería demasiado.  Quería como quieren los niños mi papá, aceptando hasta los golpes.
Creo que soñó tener un hijo varón y le nacieron cuatro nenas.
Argentina lo apuñaló tres veces hasta que la última estocada se le clavó en la cabeza y lo mató.
La misma estocada nos atravesó a las cuatro nenas y a mamá y nos clavó como moscas a la historia del país.
Sigo tratando de desclavar las alas y nunca es suficiente el esfuerzo y siento que no vale la pena la agonía.
Mi papá se merecía un auto azul. Azul juguete.  La vecina de enfrente tienen uno y yo sueño que llegué a tiempo a ser de verdad adulta y se lo regalo a papá.
Pero es solo un sueño y los sueños a veces duelen tanto que doy vuelta la cara y no sueño más.  Y no voto más.