martes, 11 de septiembre de 2012

Lunapedrera

En Lunapedrera había una zapateria en la que vendían solamente zapatos plateados.
Y como era la única zapateria de Lunapedrera todos en el pueblo todos usábamos zapatos color plata. 
Tanto nos acostumbramos que terminamos por olvidarnos que había otros colores con los que andar caminando. 
Un día vino un periodista y un fotógrafo y salimos en las revistas y en la tv y todos se rieron de nuestros zapatos y de nuestros pies. 
Y vino un comerciante de la ciudad y puso una zapatería y entonces tuvimos zapatos y zapatillas de todos los colores. 
Y así fue que la gente de Lunapedrera dejó de usar zapatos plateados. 
El problema es que ahora todos hemos olvidado el camino.  Antes bastaba con seguir la leve huella de plata para llegar hasta la sombra de la luna y desde allí era sólo cuestión de dejarse llevar. 
A veces me pongo mis zapatos plateados y salgo a caminar por Lunapedrera.   Paso por la zapatería y miro la vidriera vacía.  Miro la calle y espero encontrar el rastro plateado de los otros pies.  No lo encuentro y se me da por llorar.  Es que hemos perdido hasta la luna por esa manía de querer ser tan diferentes que ni los zapatos iguales quisimos tener. 

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