INTRODUCCIÓN...QUE SERÍA LA DEL LIBRO
Querido lector, al sólo y imprescindible efecto de que entiendas algo más que un pito a la vela (expresión que de por si no entiende nadie), es necesario que comprendas que estos cuentos los cuenta la tía Andrea para sus sobrinos Juan y Mateo. Es que la tía Andrea ( que vengo a ser yo precedida por el noble título que los dos cachorros me han impuesto) quiere o quiero pintarles con palabras el mundo del que ellos en definitiva proceden.
Por eso Perseverancia es la tía Perseverancia. Por José es el tío José. Por eso Juan y Ethel son los abuelos. Por ser los tíos o abuelos de Juan y Mateo, o lo que corresponda genealógicamente hablando.
Si no entienden nada a no preocuparse. Menos entienden los votantes y creen vivir en democracia.
Pasen y vean.
He aquí el paisaje del que venimos.
La tía Perseverancia fue la única y verdadera novia de Rácula.
Ella podía seguirle el tranco al muy nochero. Y se lo seguía. Y hasta le ganaba en los desvelos.
Yo siempre me acuerdo del día que la tía Perseverancia nos presentó al novio.
Me acuerdo que en primer lugar pensé que era muy lindo. Pero lindo de verdad, de esos lindos que uno no olvida.
Antes de sus nupcias la tía Perseverancia hizo un curso de hemoterapia.
Se recibió de técnica un mes antes del casamiento.
Es que la tía Perseverancia se tomó muy en serio la necesidad de que el tío Rácula no anduviera por ahí buscando un aperitivo de grupo y factor desconocido.
La tía Perseverancia, no se si se acuerdan, era medio pelirroja por parte de padre. Se le había metido el pelirrojo entre los rulos castaños y cuando se descuidaba andaba más colorada que castaña.
Y pese a que toda la vida había dicho que se pensaba buscar un novio rubio se enamoró del tío Rácula. Tal vez porque era casi imposible no enamorarse de él, por no decir imposible nomás. Es que bastaba que el quisiera enamorar. Y el la quiso enamorar ni bien la vió.
Lo que pasó es que él estaba paseando por el pueblo cuando la vio, muy de camisón, sacando la basura como a las tres de la madrugada. Y quedó como obnubilado.
Dicen, aunque ella nunca lo quiso admitir abiertamente, que el primer beso se lo dió ahí nomás, al lado del basurín, que era como una canasto en la punta de un palo donde uno ponía la bolsita de basura para que no la rompieran los perros.
El tío Rácula se ríe cuando se acuerda, porque dice que la tía Perseverancia, tan prudente ella, se le colgó del cogote y el pensó que se había topado con una congénere en lugar de con una novia.
Así de cortito fue el galanteo. Ni cinco minutos duró y ahí estaban los dos a los besos frente a la casa de la tía.
Pero eso sí, ella no lo invitó a pasar porque no lo conocía de nada y le dió miedo meter a cualquiera a la casa.
La segunda cita fue al día siguiente y ahí sí, él la pasó a buscar a una hora decente, tipo las diez de la noche.
El tío Rácula se había alojado en el Hotel Saladillo, que aunque era muy verde tenía unas buenas persianas de madera que no dejaban entrar ni un rayito de sol.
Cuando la tía apareció, toda emperifollada, el abuelo Juan no se privó de ninguna cargada.
Que estaba muy pinturrajeada, le dijo, Que los pantalones le ajustaban mucho el traste. Que te tardaste en llegar, le dijo. Pero estaba muy linda la tía Perseverancia. Y aquí vale aclarar que por esa época no era tía y era mi hermana nomás.
Le espiamos por la ventana el novio que se había conseguido.
El se bajó de la camioneta todo galante para abrirle la puerta. Y ahí nomás le zampó un beso de los de película mientras la tía Perseverancia trataba de esquivarlo porque sabía que el abuelo Juan y nosotras tres estábamos mirando escondidas atrás de las persianas.
La única que no espiaba era la abuela Ethel, que nunca fue indiscreta, y que además estaba muy entretenida leyéndonos una nota que iban a publicar en el diario La Mañana del domingo.
Después contó Perseverancia que Rácula la había llevado a cenar una parrillada completa y que al final había pedido al mozo dos helados gigantes. Tal para cual - pensamos todos.
- Pero pagó en efectivo - dijo Perseverancia, cosa que no le había parecido tan bien porque era de gente establecida tener tarjeta de crédito y esas cosas.
El noviazgo duró unos meses en los que se la pasaron de parrilla en parrilla y hasta fueron a Buenos Aires a ver unos espectáculos de nivel internacional.
Llamaba la atención, eso sí, que Rácula jamás andaba de día y que solamente lo veíamos al ponerse el sol.
Cuando le preguntamos a la tía de qué vivía nos dijo que de la especulación. Es que se dedicaba a los bonos y a las acciones, todo por internet y de la otra punta del mundo. Por eso siempre andaba de noche, haciendo negocios hasta la madrugada.
Perseverancia que era la más inteligente de la familia pronto le agarró la mano a eso de las acciones y los bonos, y aunque ella no era de despertarse muy temprano ampliaron el negocio a las bolsas del otro cuarto del mundo, ese que funcionaba a media tarde. Un éxito total.
Pronto nomás se anunciaron los planes de boda y el abuelo Juan empezó a decir que seguro Rácula era medio bobo, o bobo del todo, vaya a saber. - Es un pánfilo- decía el abuelo Juan- y no se si no será medio maricón con esos pelos largos - decía también.
Perseverancia se reía porque en esa época se reía de cualquier cosa
- Se ríe como una gansa, decía la abuela Ethel.
Y yo, que siempre fui muy Susanita decía - Que lindo, se ríe de puro enamorada.
El vestido de novia fue un tema. Todos queríamos que se comprara un vestido de novia de verdad con tules y con velo y con encajes de París y tacos altos y por supuesto extrapless.
Perseverancia decía que nada que ver, que con uno de esos vestidos iba a parecer un merengue con pelos y que no que no y que no.
Lamentablemente la tía Perseverancia cuando decía que no lo decía en un tono que reventaba los tímpanos, así que siempre la dejábamos hacer lo que se le antojara.
- Qué pena - pensaba yo - porque las novias con colas larguísimas siempre me encantaron.
- Es lo mismo - dijo Ana cuando le preguntamos si le gustaba la novia con vestido blanco o así nomás. Pero es que Ana siempre decía "Es lo mismo" cuando le preguntábamos algo en abstracto. Ella opinaba con un acierto absoluto en las cuestiones del buen gusto, siempre y cuando el objeto de la discusión estuviera de cuerpo presente. Un traje de novia que no aparecía por ninguna parte era como preguntarle si le gustaba el clima de Tanganica. Un inasible propiamente.
Así que Perseverancia se fue a elegir el atuendo para la boda con la tía Ana que, como ya dije, era muy certera cuando podía ver la cosa en cuestión en vivo y en directo.
Y además ya se sabe que la tía Ana siempre fue muy de pocas palabras así que cuando le preguntamos como era el vestido nos dijo - "Banco", que como también se sabe quiere decir "Blanco" y no hubo quien le pudiera sacar otra palabra.
Y de pronto ahí estábamos. Todos en la Iglesia. Esperando a los novios.
El casamiento se organizó bien tarde con la excusa de que en verano hacía mucho calor para arrancar muy temprano con la fiesta.
La Iglesia estaba iluminada a rabiar y, como siempre pasa en el verano, la plaza estaba concurrida y había un aire a festejo y a Navidad.
Toda la familia y los amigos estábamos de punta en blanco porque el casorio era de largo y a todo trapo. Rácula había contratado un servicio de catering y la fiesta era en el Club Bancarios.
La abuela Ethel estaba muy bonita con un trajecito negro de crepe georgette con pollera larga y casaca. En el cuello se había puesto el famoso collar de oro retorcido y estaba muy re bonita.
El abuelo, como siempre, elegantísimo, con traje negro y una camisa más blanca que la luna que le hacía perfecto juego con el pelo plateado. Los ojos violeta le relucían y se había afeitado dos veces esa tarde.
José que en esa época militaba de novio y en la juventud radical, se vino vestido con el saco príncipe de Gales del difunto tío Manuel. Es justo decir que parecía todo un figurín, como hubiera dicho la abuela Lita de no haber estado ausente por causas naturales. Y eso que los pantalones le quedaban un poco ajustados porque desde el baile de egresados del secundario había aumentado como diez kilos.
Ana, Vero y yo estábamos de largo también. Toda una paquetería. Con mucho esfuerzo había sido la cosa porque no estábamos acostumbradas a tantas galas y nos sentíamos medio ridiculonas. Aunque, como dijera el abuelo Juan, más que ridiculonas éramos culonas nomás.
Se hicieron las diez de la noche y no aparecían ni Perseverancia ni Rácula. Así eran. Medio de andar recontra tarde.
La concurrencia no se impacientaba porque había mucho look para comentar.
Se hicieron las diez y cuarto y la novia no aparecía y el novio menos.
Tipo las diez y media ya estábamos todos un poco desinflados y los temas para amenizar la espera se agotaban.
El cura al fin declaró que pensaba cerrar la iglesia y le pedimos una tolerancia de diez minutos por si acaso.
Cuando sobre el filo de las once los novios no aparecían dijimos - Bueno, cierre nomás, padre, parece que los novios no vienen.
- Por suerte hicieron la donación por adelantado - dijo el sacerdote, y mandó al monaguillo a apagar la araña central.
Y justo en ese momento llegaron los novios.
Estábamos todos los invitados en el atrio y la llegada del Rolls Royce nos dejó boquiabiertos. Era un rolls royce de verdad. Una joyita.
Mientras el Rolls estacionaba en la entrada Rácula llegaba a la Iglesia a pie, entrando por el parque.
Si el novio estaba radiante, tan lindo que todas las mujeres y algún que otro invitado suspiramos encantados, la novia nos dejó directamente encandilados.
Era la viva estampa de la novia ejemplar. Enfundada en un vestido perfecto y con el pelo levantado, rojo y castaño, y la nuca descubierta, esa bonita nuca de estatua que siempre le admirábamos a Perseverancia.
Era una novia de las de verdad. Con una larga cola de tul finísimo y una gargantilla que brillaba como si fueran diamantes. Y eran diamantes nomás.
El abuelo Juan, emocionadísimo, se acercó a la novia y la llevó del brazo por el pasillo de la iglesia sin poder articular ni siquiera una crítica. Es que ni un sarcasmito minúsculo se le ocurría.
La marcha nupcial sonaba y Ana nos maravillo a todos tararareando la musiquita.
Rácula esperaba a la tía Perseverancia en el altar. Tan hermoso que daba verguenza mirarlo.
El cura nuevo empezo lasceremonia y cuando les dijo - Que nadie separe lo que Dios ha unido - todos nos pusimos a aplaudir como cuando uno quiere bises.
Y, cosa que no había pasado nunca y que era inaudito casi a medianoche, las campanas de la Iglesia comenzaron a repicar.
Fue el casamiento más bonito al que fui o podré ir nunca jamás.
El novio y la novia parecían de cuento.
Los invitados más felices que unas castañuelas.
Y el abuelo Juan fue y le dió un beso a la abuela Ethel adelante de todo el mundo y ella no lo espantó sino que lo miró también con ojos de novia.
La fiesta fue memorable.
Al menos para los anales de nuestra familia fue una fiesta de película y duró casi hasta el amanecer.
Antes de que el alba pinturrajease el cielo Rácula alzó a su novia y se la llevó en brazos hacia el Rolls Royce.
No los volvimos a ver hasta después de un mes, pero nos llamaron desde el Sur para decir que estaban bien.
Y esta es la historia del casamiento de Rácula y Perseverancia.
Fue una noche muy bonita y cuando recuerdo a la novia, con su vestido perfecto y su cara de porcelana, y su nuca de estatua y su larga, larguísima cola de encajes y de tul, siempre me acuerdo también de que cuando se comprometieron a estar juntos hasta que la muerte los separe, Rácula le agarró fuerte las manos a Perseverancia y le dijo - Por toda la eternidad.
Claro que en ese momento no sabíamos que era más que cierto que la pura verdad.
Cuando no estemos por aquí, cuando nos hallamos ido, Rácula y Perseverancia quizá vivan en sur o en el norte. Vaya a saber por dónde andarán.
Pero no deja de ser una tranquilidad saber que ellos estarán por ahí cuidando de los hijos de los hijos y todavía más. Durmiendo de día y trabajando de noche, meta acciones y bonos, descalabrando las bolsas del otro lado del mundo, donde quiera que sea que el mundo esté.
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