La
relativa capacidad de ver.
La
relativa capacidad de hacer.
La
relativa capacidad de entender.
La
relativa capacidad de imaginar.
Por
eso cuando hacemos magia dependemos de entender hasta que punto es relativo
todo lo que nos rodea.
Magia.
La
maga más maga que conozco es la tía Ana.
Pero
como todo es relativo la gente no ve la magia que la tía pone en movimiento.
La
tía Ana por ejemplo puede hacer desaparecer su culo solo con no verlo.
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No tengo culo dice la tía Ana. Y no lo debe tener porque no lo ve por más
que quiera.
La
tía Ana por ejemplo se convierte en la tía Andrea cuando lo considera
conveniente, o se queda sin hermanas porque las hermanas molestan cuando se van
lejos y hay que extrañarlas.
La
tía Ana dice que Andrea vive en Azul porque el Azul es más lindo que la idea de
una Bahía Blanca, y entonces Andrea vive en Azul y chau.
Todos podrían vivir
creyendo que así es porque en realidad, como todo es relativo, da lo mismo dónde viva la tía Andrea.
Ana convierte a las
servilletas usadas, a las bolsitas de nylon y a los pedacitos de cinta y de
cordel en tesoros inigualables que guarda primorosamente en cajas y cajitas.
Y no nos puede explicar el
valor enorme de sus tesoros escondidos y por eso los esconde cada vez más porque
los simples ojos de los simples mortales no entienden nunca lo que ven.
Ana viene y va guardando
hilos de colores y pulseras y collares.
Ana viene y va ordenando
platos y cubiertos y su magia transforma en orden el desorden porque lo que no
se ve no está, no existe, se ha ido.
Ana viene y va escondiendo
las fotos “de los vivos y de los mertos” porque lo que no está no existe y ya
no puede hacernos sufrir.
Así hace Ana su magia.
Ana
es muy mágica.
Tan
mágica es la tía Ana que basta con mirarla para saber que es mágica.
Basta con apoyar la cabeza
en su hombro inquieto y entonces, si estás muy triste, ella se queda quieta y
desaparecen todos los miedos y todas las incógnitas.